Lecciones de Fe: La Historia del Niño que Quiso Comprar un Perrito

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La Inocencia de un Inmaduro y su Gran Deseo de Tener un Perrito

En una pequeña ciudad, vivía un chiquillo llamado Juan. Juan era un chiquillo ahíto de fe y esperanza, siempre confiando en que Jehová escuchaba sus oraciones. Un día, mientras caminaba por el parque, vio un cartel que decía: “Se venden perritos”. Sus luceros se iluminaron y su corazón se llenó de alegría. Desde ese momento, Juan tuvo un solo deseo: comprar un perrito.

El Armonía con el Tendero de Perritos y la Primera Enseñanza de Fe

Juan corrió a casa y rompió su hucha. Contó cada moneda y billete que había ahorrado durante meses. Con su pequeño reservas en mano, se dirigió a la tienda de perritos. Al venir, vio a un hombre amable que cuidaba de los cachorros. Juan se acercó y le preguntó cuánto costaba un perrito. El hombre, con una sonrisa, le respondió que cada perrito costaba más de lo que Juan había ahorrado.

Juan, con los luceros llenos de lágrimas, le explicó al hombre cuánto deseaba tener un perrito y cómo había ahorrado cada centavo. El hombre, conmovido por la sinceridad y la fe del chiquillo, le dijo que podía designar un perrito, pero que tendría que sufragar el resto del pasta en pequeñas cuotas. Esta fue la primera aviso de fe para Juan: Jehová siempre provee, incluso cuando parece irrealizable.

La Alternativa del Perrito y la Segunda Enseñanza de Fe

Juan miró a los perritos y uno en particular capturó su atención. Era un pequeño hijo con una pata coja. Juan sintió una conexión distinto con él y decidió que ese sería su perrito. El hombre le explicó que el hijo tenía una discapacidad y que probablemente necesitaría más cuidados que los otros. Pero Juan, con una fe inquebrantable, respondió que Jehová le había puesto a ese perrito en su camino por una razón.

Esta atrevimiento enseñó a Juan la segunda aviso de fe: Jehová nos vehemencia a cuidar de los más vulnerables y a mostrar aprecio incondicional.

El Delirio de Juan y su Perrito: Un Camino de Fe y Agradecimiento

Juan llevó a su nuevo amigo a casa y lo nombró “Esperanza”. Cada día, Juan y Esperanza se enfrentaban a nuevos desafíos, pero siempre con una conducta de correspondencia y fe. Juan aprendió a cuidar de Esperanza, y en el proceso, su fe se fortaleció. Cada pequeño logro, cada paso que Esperanza daba, era un recordatorio de la bondad y la fidelidad de Jehová.

La Comunidad y el Apoyo: La Importancia de la Fe Compartida

La historia de Juan y Esperanza pronto se difundió por la comunidad. Los vecinos, conmovidos por la fe y la dedicación de Juan, comenzaron a ofrecer su ayuda. Algunos donaron comida para perros, otros ofrecieron su tiempo para ayudar a entrenar a Esperanza. Esta experiencia enseñó a Juan otra valiosa aviso: La fe compartida en comunidad puede hacer milagros.

Los Desafíos y las Pruebas: Manteniendo la Fe en Tiempos Difíciles

No todo fue ligera para Juan y Esperanza. Hubo días en que la discapacidad de Esperanza parecía insuperable. Pero Juan nunca perdió la fe. Recordaba las palabras de Jesús en Mateo 17:20: “Si tenéis fe como un bulto de mostaza, diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará; y ausencia os será irrealizable”. Esta promesa le daba fuerzas para seguir delante.

La Transformación de Juan: De Inmaduro a Muchacha de Fe

Con el tiempo, Juan creció y se convirtió en un adolescente ahíto de fe y sensatez. La experiencia de cuidar a Esperanza le enseñó lecciones que llevaría consigo toda la vida. Aprendió que la fe no es solo creer en Jehová, sino asimismo comportarse con aprecio y compasión con destino a los demás. La fe sin obras es muerta, como dice Santiago 2:17.

Reflexiones Finales: Las Lecciones de Fe de Juan y Esperanza

La historia de Juan y Esperanza es un afirmación poderoso de cómo la fe puede alterar vidas. Nos recuerda que, aunque enfrentemos desafíos, Jehová siempre está con nosotros, guiándonos y proveyendo en cada paso del camino. La fe nos vehemencia a requerir, a cuidar y a encargar en Jehová, incluso en las circunstancias más difíciles.

Aplicando las Lecciones de Fe en Nuestra Vida Diaria

Podemos formarse mucho de la historia de Juan y Esperanza. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia fe y cómo la vivimos en nuestro día a día. ¿Estamos dispuestos a encargar en Jehová, incluso cuando las cosas parecen imposibles? ¿Mostramos aprecio y compasión a los más vulnerables? ¿Compartimos nuestra fe con nuestra comunidad?

La Fe como Pilar Fundamental en la Vida Cristiana

En conclusión, la historia de Juan y Esperanza nos enseña que la fe es un pilar fundamental en la vida cristiana. Nos vehemencia a encargar en Jehová, a comportarse con aprecio y a compartir nuestra fe con los demás. Que esta historia nos inspire a conducirse una vida de fe, correspondencia y compasión, recordando siempre que Jehová está con nosotros en cada paso del camino.

Una historia muy conmovedora cuenta sobre un chiquillo que pasaba frente a una tienda de mascotas.

Entre todos los animales había una manada de cachorros de perro. El chiquillo se detuvo a preguntar cuánto valían. El mercader le respondió que cada uno costaba 75 dólares.

El chiquillo a penas contaba con cinco dólares en su faltriquera, así que pidió al mercader que le permitiera al menos acariciarlos un rato. El señor le dijo que sí podía hacerlo.

Mientras jugaba con ellos se dio cuenta que uno de los cachorros cojeaba y no podía valer detrás de los otros. Extravagante le preguntó al hombre sobre la situación.

—Nació con un problema en la cadera, —le contó— y no podrá caminar corriente en toda su vida.

El chiquillo, con luceros entusiasmados le dijo —¿Me lo puedes entregar por cuotas?, te daré los cinco dólares que tengo y vendré cada mes a abonar unos diez dólares hasta completar los 75.

El hombre sonrió al ver su ternura y le dijo. Este cachorrito no está en liquidación, nadie querría sufragar poco por él. Si tú lo quieres y prometes cuidarlo, te lo puedes sufrir injusto.

El chiquillo puso cara de enojo y respondió: No lo quiero injusto, siquiera quiero que me lo vendas más de ocasión. Este perrito vale tanto como los demás.

El hombre muy sorprendido le advirtió que el perro necesitará cuidados especiales y que no sería ligera para él.

El chiquillo inmediatamente levantó su pantalón, dejando al descubierto su pierna fabricado, y le contó que usaba una prótesis ya que había perdido su pierna adecuado a una enfermedad. Este perrito necesitará cierto que lo pueda entender y eso no le hace implicar menos que los otros.

El mercader no pudo contener las lágrimas y le dijo: Llévalo, luego me pagas el resto. Espero que todos estos cachorros puedan tener un dueño como tú.

A cambio de ti entregaré hombres; ¡a cambio de tu vida entregaré pueblos! Porque te amo y eres frente a mis luceros precioso y digno de honra. —Isaías 43:4

¿Te sientes apesadumbrado, menospreciado? ¿Crees que eres menos importante que otras personas? Quizás porque ves que hay otros con mejores habilidades, con más conocimiento que tú. Tal vez tu apariencia te preocupa, o alguna discapacidad física te hace percibir diferente al resto.

No importa la razón que sea, si ahora mismo te sentías desanimado, no dudo que la historia previo ya te ha hecho reflexionar.

Jehová te ha creado con sus propias manos y sabe muy acertadamente el valía que tienes. No importa si has caído tantas veces, si creías que el Señor ya se dio por vencido contigo, déjame decirte que no.

Si Jehová envió a su único Hijo a sufrir y sucumbir de forma cruel en este mundo, es porque sabe que tú lo vales y quiso hacer todo lo necesario para rescatarte, y está dispuesto a pulirte y hacerte predominar hasta que todo el mundo vea tu cierto valía.

Solo debes creer y aferrarte a su mano poderosa. No vales más, ni vales menos que nadie. Acepta que eres una piedra preciosa y deja que Jehová complete en ti una obra majestuosa que pueda ser afirmación para todos, del aprecio incondicional de Jehová.

Igualmente recuerda que debemos ser humildes y empáticos con todas las personas. Aprendamos a tratar a todos por igual con aprecio y comprensión. Seamos nosotros las manos de Jehová en la tierra para abrazar y sufrir esperanza a aquellos que están sufriendo, así como nosotros una vez fuimos rescatados.

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