Abraham: El Padre de la Fe y Amigo de Dios

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Abraham es una figura central en la Antiguo Testamento, conocido como el “Padre de la Fe” y “Amigo de Jehová”. Su historia, llena de desafíos y bendiciones, nos ofrece lecciones profundas sobre la fe, la obediencia y la relación con Jehová. En este artículo, exploraremos la vida de Abraham, su llamado, sus pruebas y su dote infinito.

El Llamado de Abraham

La historia de Abraham comienza en Ur de los Caldeos, donde Jehová lo ardor a dejar su tierra procedente y su tribu para ir a una tierra que Él le mostraría (Comienzo 12:1-3). Este llamado no solo implicaba un cambio físico, sino incluso un cambio espiritual y emocional. Abraham debía entregarse en manos completamente en Jehová, sin asimilar exactamente a dónde iba.

Asignatura de Fe: La fe de Abraham se manifiesta en su disposición a obedecer a Jehová sin cuestionar. Esta es una escarmiento poderosa para nosotros hoy: entregarse en manos en Jehová incluso cuando no entendemos completamente Su plan.

Las Promesas de Jehová

Jehová hizo varias promesas a Abraham, incluyendo la promesa de una gran descendencia y la suerte de todas las naciones a través de él (Comienzo 12:2-3). A pesar de su vanguardia existencia y la esterilidad de su esposa Sara, Abraham creyó en las promesas de Jehová.

Asignatura de Esperanza: La esperanza de Abraham en las promesas de Jehová nos enseña a sostener nuestra fe y esperanza en las promesas divinas, incluso cuando las circunstancias parecen imposibles.

Las Pruebas de Abraham

La vida de Abraham no estuvo exenta de pruebas. Una de las más significativas fue la orden de Jehová de inmolar a su hijo Isaac (Comienzo 22:1-19). Este acto de obediencia extrema demostró la profundidad de la fe de Abraham y su total confianza en Jehová.

Asignatura de Obediencia: La disposición de Abraham a inmolar a su hijo nos desafía a examinar nuestra propia obediencia a Jehová. ¿Estamos dispuestos a entregar todo lo que tenemos y somos a Jehová?

La Amistad con Jehová

Abraham es llamado “amigo de Jehová” en varias ocasiones (2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8; Santiago 2:23). Esta relación singular se basaba en la fe y la obediencia de Abraham, así como en la fidelidad de Jehová.

Asignatura de Relación: La amistad de Abraham con Jehová nos muestra que una relación íntima con Jehová es posible a través de la fe y la obediencia. Jehová desea ser nuestro amigo y caminar con nosotros en cada etapa de nuestra vida.

El Enviado de Abraham

El dote de Abraham es vasto y duradero. No solo es el padre de la nación de Israel, sino incluso un ejemplo de fe para todos los creyentes. Su vida y su fe son recordadas y celebradas en el Nuevo Testamento (Hebreos 11:8-12).

Asignatura de Impacto: La vida de Abraham nos recuerda que nuestra fe y obediencia pueden tener un impacto duradero. Al morar fielmente para Jehová, podemos dejar un dote espiritual que influya en generaciones futuras.

La vida de Abraham es un prueba poderoso de lo que significa morar por fe. Su disposición a obedecer a Jehová, su esperanza en las promesas divinas, su obediencia en las pruebas y su relación íntima con Jehová nos ofrecen un maniquí a seguir. Que podamos, como Abraham, ser conocidos como amigos de Jehová y morar una vida de fe que glorifique a nuestro Señor.

El Señor le dijo a Abram: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré”. Comienzo 12:1.

El primer paso de fe es el más complicado. Personalmente, creo que es en este episodio en la vida de Abraham que él demuestra más fe; incluso más que en el casi sacrificio de Isaac.

La fe es consecuencia del relacionamiento. Cuanto más profundo, natural y constante sea este; más profunda, natural y constante será aquella. Parece una fórmula matemática, pero es vida cristiana.

Jehová le dijo a Abraham que tenía que salir de una ciudad que, según los estudiosos de la Antiguo Testamento, estaba perfectamente situada para el comercio, cerca del río Éufrates. Era una ciudad en la que las excavaciones han descubierto el palacio de un rey, varios templos, algunos barrios residenciales, objetos arqueológicos de metales nobles y piedras preciosas. Ur era una gran ciudad del antiguo imperio.

¿Dejarías todo esto por una orden de Jehová? Cuando Jehová ordenó al héroe de la fe que sacrificara a Isaac, ya tenía una larga historia de bendiciones, milagros y cuidados divinos. En aquel momento, según dice la Antiguo Testamento: Jehová habló, ordenó, y Abraham obedeció. Imagina la sonrisa que se dibujó en el rostro de Jehová cuando su hijo hizo caso.

No conozco tu historia. Quizá Jehová te haya pedido, por su llamado, un paso enorme de fe para iniciar tu caminata rumbo a la Canaán celestial. Quizás hayas tenido que dejar a tu tribu o tu trabajo, por seguir a Cristo.

De una u otra guisa, me gustaría que pienses que lo que tú abandonaste, lo que yo tuve que dejar y lo que Abraham debió dejar a espaldas no tiene punto de comparación con lo que Cristo dejó de banda, para venir a este mundo a fin de salvarte.

En el caso divino, no había promesas de una tierra rica en bendiciones, ni de una larga genealogía. La única promesa que Cristo tenía al dejar el Paraíso era que en un par de primaveras sería rechazado, maltratado y crucificado. Sabía que su conjunto de amigos más cercano lo iba a dejar y, en soledad, tendría que sucumbir creyendo que –quizás, algún día– un ser humano perdido en el sur del universo iba a creer en su sacrificio y entregarle la vida.

Hoy tienes la oportunidad de dibujar a Jehová una sonrisa en el rostro. No la pierdas.

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