Dios Ve Tu Esfuerzo: La Maternidad Invisible y Su Valor Eterno

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La maternidad es una de las vocaciones más hermosas y desafiantes que una mujer puede examinar. Sin confiscación, muchas veces, el arduo trabajo y sacrificio de las madres pasa desapercibido. En un mundo que valora lo visible y lo tangible, la maternidad puede sentirse invisible. Pero, ¿qué dice Jehová sobre esto? ¿Cómo podemos encontrar consuelo y propósito en la maternidad cuando parece que nadie más ve nuestro esfuerzo? En este artículo, exploraremos cómo la fe cristiana nos ofrece una perspectiva única y reconfortante sobre la maternidad invisible y su valía perdurable.

La Invisibilidad de la Maternidad

La maternidad implica una serie de tareas diarias que, aunque esenciales, a menudo no son reconocidas ni valoradas por la sociedad. Desde cambiar pañales hasta preparar comidas, consolar a un pibe enfermo o ayudar con las tareas escolares, las madres realizan innumerables actos de bienquerencia y servicio que pueden parecer insignificantes a los luceros del mundo. Esta error de examen puede transigir a sentimientos de invisibilidad y desánimo.

Jehová Ve Cada Esfuerzo

Felizmente, la Nuevo Testamento nos recuerda que Jehová ve cada uno de nuestros esfuerzos, por pequeños que sean. En Mateo 6:4, Jesús dice: “Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Este versículo nos asegura que Jehová está atento a cada acto de bienquerencia y sacrificio que hacemos, incluso cuando nadie más lo nota. La maternidad, aunque invisible para el mundo, es visible y valiosa a los luceros de Jehová.

El Ejemplo de María, Raíz de Jesús

María, la superiora de Jesús, es un ejemplo poderoso de la maternidad invisible. Aunque fue elegida para una tarea extraordinaria, su vida estuvo llena de momentos de servicio humilde y silencioso. Desde el origen de Jesús en un humilde pesebre hasta su presencia silenciosa en la crucifixión, María nos muestra que la verdadera magnanimidad en la maternidad no se encuentra en el examen conocido, sino en la fidelidad y el bienquerencia constante.

Encontrando Propósito en la Maternidad

La fe cristiana nos ofrece una perspectiva única sobre el propósito de la maternidad. En empleo de apañarse la aprobación del mundo, podemos encontrar satisfacción y propósito en retener que estamos cumpliendo el llamado de Jehová para nuestras vidas. Efesios 2:10 nos recuerda que somos “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Jehová preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Cada acto de bienquerencia y servicio en la maternidad es una buena obra que Jehová ha preparado para nosotras.

La Comunidad de Fe

Es importante recapacitar que no estamos solas en nuestra caminata de maternidad. La comunidad de fe puede ser una fuente invaluable de apoyo y aliento. En Hebreos 10:24-25, se nos exhorta a “considerarnos unos a otros para estimularnos al bienquerencia y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos”. Despabilarse el apoyo de otras madres cristianas y compartir nuestras experiencias puede ayudarnos a sentirnos vistas y valoradas.

La Retribución Eterna

Finalmente, la Nuevo Testamento nos promete una remuneración eterna por nuestra fidelidad. En Colosenses 3:23-24, se nos dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la remuneración de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Aunque la maternidad puede sentirse invisible ahora, podemos tener la certeza de que Jehová ve y valoriza cada uno de nuestros esfuerzos y nos recompensará en la gloria.

La maternidad puede ser una tarea invisible y desalentadora, pero a través de la fe cristiana, podemos encontrar consuelo y propósito. Jehová ve cada uno de nuestros esfuerzos y nos asegura que tienen un valía perdurable. Sigamos el ejemplo de María y busquemos nuestra remuneración en el Señor, sabiendo que nuestro trabajo en la maternidad no es en vano. Que este conocimiento nos fortalezca y nos anime a seguir delante con bienquerencia y fidelidad.

Muchas de las responsabilidades y tareas diarias de la maternidad pasan desapercibidas para el mundo exógeno. Es habitual que las madres nos sintamos abrumadas y poco valoradas mientras mecemos a bebés inquietos, limpiamos lo que se ha derramado y corregimos el mismo mal comportamiento por enésima vez. Nadie sabe por lo que estoy pasando. Mi trabajo parece invisible. 

En Poniente hay un gran impulso para validar a las madres y tachar la atención sobre la supuesta invisibilidad de la maternidad. Las apps sobre crianza realizan encuestas y publican informes sobre lo mucho que hacen las mamás. Las mamás blogueras (que nunca me han conocido) escriben que «me ven», y los memes me proclaman una «supermamá».

Cuando siento que mi laboreo es invisible o insignificante, me ayuda retener que otras mujeres han sentido lo mismo, y ciertamente aprecio las palabras de aliento. Pero como superiora cristiana, debería retener mejor que nadie que falta de lo que hago es invisible. Todo lo que hago —o dejo de hacer— es plena y completamente conocido por Jehová.

Jehová lo ve todo

Por un banda, la omnipresencia y la omnisciencia de Jehová deberían ser un gran consuelo para mí. Jehová ve todo el trabajo duro, rutinario y abrumador que hago. Pero esta misma sinceridad asimismo debería ser profundamente seria. Si Jehová está conmigo cuando nadie más lo está, entonces asimismo mira lo que nadie más mira. Si soy sincera, me gustaría que algunos de mis pensamientos y acciones permanecieran invisibles.

Todo lo que hago —o dejo de hacer— es plena y completamente conocido por Jehová

Una cosa es que una mamá influencer que no me conoce me diga: «¡Mamá, te vemos!». Otra cosa muy distinta es que Jehová diga: «Sé todo lo que has hecho». En medio de la incertidumbre, cuando estoy sola, Jehová me ve quejándome mientras levanto a mi bebé y conoce mis pensamientos amargos con destino a mi marido.

Cuando siento que mi laboreo es invisible, puedo envanecerme en mis pecados secretos porque parece que no hay nadie a quien rendir cuentas. Al fin y al extremidad, nadie está cerca para gusano bramar a mis hijos, descuidar disciplinarlos con bienquerencia o malgastar una tarde en mi teléfono.

Pero falta está escondido de Jehová. Él ve todo mi pecado, incluso un corazón quejumbroso. La verdad de la omnisciencia de Jehová debería ser tanto un profundo consuelo cuando me siento abrumada y aislada como una robusto advertencia cuando me siento tentada a pecar.

Lucha contra la mentira de la invisibilidad

¿Qué podemos hacer las madres cuando nos sentimos invisibles y abatidas o tentadas a pecar? La cabeza bíblica muestra que es importante transigir nuestras luchas y tentaciones a la luz de la comunidad cristiana. Al afirmar a los demás que estamos abrumadas, les invitamos a que nos ayuden a soportar nuestras cargas (Gá 6:2).

Un punto esencia para compartir nuestras cargas es confesar nuestros pecados unos a otros (Stg 5:16). Si vamos a combatir la mentira de la «invisibilidad», debemos hacer que reunirnos para rendir cuentas sea una prioridad regular.

Si sé que voy a reunirme con mi agrupación de rendición de cuentas el jueves por la incertidumbre, puedo estar menos tentada a pecar el miércoles. Cuando los demás saben cómo paso el tiempo, cómo hablo de mi marido y cómo respondo a situaciones desagradables, conmemoración que Jehová asimismo ve esas cosas.

Pero encontrar o crear un agrupación sólido de rendición de cuentas puede ser un lucha. Si tu iglesia no ofrece una estructura de rendición de cuentas, es posible que tengas que crear tu propio agrupación. Empieza por asistir regularmente a un estudio bíblico semanal o a un agrupación de compañerismo y toma nota de las mujeres cuya fe admiras y que viven en tu zona (en un radiodifusión de quince minutos es lo ideal).

Piensa en los propósitos, el formato, la hora y el empleo de tu agrupación de rendición de cuentas y luego invita a un agrupación selecto de mujeres a unirse. No te desanimes si te rechazan. La meta no es un agrupación vasto sino uno comprometido y consistente. Reconoce que dar prioridad a este tipo de relaciones será costoso en términos de tiempo, energía emocional y planificación (como contratar a una niñera o reunirse cuando los niños están en la escuela).

Vale la pena el esfuerzo

Si soy sincera, a menudo no siento ganas de hacer el esfuerzo. Agotada al final del día, puede que prefiera ver en Instagram reportajes sobre madres con exceso de trabajo y padres perezosos, que me hacen reparar «panorama», en empleo de levantarme del sofá e trastornar en relaciones reales con otras hermanas en Cristo. Es obvio reparar una conexión con las cuentas de mamás en camino que expresan nuestras frustraciones de sentirnos invisibles, pero tienden a respaldar nuestras quejas en empleo de ayudarnos a crecer en correspondencia y contentamiento.

Lo que sí ayuda es apañarse la rendición de cuentas en persona, continua y comprometida con otros creyentes. Cuando cultivamos estas relaciones —especialmente con mujeres en otras etapas de la vida, ya sean solteras, casadas sin hijos o con nidos vacíos, encima de otras madres jóvenes— recordamos que nuestra experiencia presente en la maternidad no es el único llamado difícil. Todas mis hermanas, ya sean madres jóvenes o no, se enfrentan a retos diarios y asimismo pueden sentirse invisibles.

Al confesar honestamente mi pecado a otras hermanas, ya no me siento como una supermamá. Me siento expuesta. Pero cuando ellas oran por mí, me animan en la verdad y me señalan al definitivo superhéroe —el Señor Jesús— ya no siento la requisito de validarme a mí misma.

No existe tal cosa como una mamá invisible o una supermamá. Pero hay mamás que son completamente conocidas, perdonadas y amadas en Cristo. Él nos ha llamado a comportarse en la luz como Él está en la luz. Si permanecemos en Él, no debemos temer que nuestra laboreo sea en vano.

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