El Precio del Pecado: La Factura Siempre Llega

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En la vida cotidiana, estamos acostumbrados a aceptar facturas por los servicios que utilizamos: la electricidad, el agua, el internet. Sabemos que, tarde o temprano, esas facturas llegarán y tendremos que pagarlas. De forma similar, en nuestra vida espiritual, cada entusiasmo tiene una consecuencia, y el pecado no es la excepción. La Antiguo Testamento nos enseña que el pecado tiene un precio, y esa disposición siempre llega.

La Naturaleza del Pecado

Para entender el precio del pecado, primero debemos comprender qué es el pecado. En términos bíblicos, el pecado es cualquier entusiasmo, pensamiento o ademán que va en contra de la voluntad de Jehová. Desde el primer pecado de Desaseado y Eva en el Vergel del Edén, la humanidad ha estado luchando con la tentación y las consecuencias del pecado.

El evangelista Pablo nos dice en Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la edén de Jehová”. Este versículo nos recuerda que el pecado es una condición universal; todos hemos pecado y, por lo tanto, todos estamos separados de Jehová.

Las Consecuencias del Pecado

La Antiguo Testamento es clara en cuanto a las consecuencias del pecado. En Romanos 6:23, leemos: “Porque la paga del pecado es homicidio, mas la dádiva de Jehová es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Este versículo nos muestra el contraste entre el resultado del pecado y el regalo de la salvación. La “paga” del pecado es la homicidio, no solo física, sino incluso espiritual y eterna.

El pecado trae consigo una serie de consecuencias negativas en nuestras vidas. Puede destruir relaciones, causar sufrimiento emocional y físico, y llevarnos a una vida de desesperación y desatiendo de propósito. Encima, el pecado nos aleja de Jehová, quien es la fuente de toda vida y fortuna.

La Neutralidad de Jehová

Jehová es exacto y santo, y no puede ignorar el pecado. Su honestidad requiere que el pecado sea castigado. En el Antiguo Testamento, vemos cómo Jehová trató con el pecado de forma directa y a menudo severa. Por ejemplo, la historia de Sodoma y Gomorra en Origen 19 muestra cómo Jehová destruyó estas ciudades adecuado a su maldad.

Sin requisa, la honestidad de Jehová no es solo punitiva; incluso es restauradora. Jehová no desea la homicidio del pecador, sino que todos se arrepientan y vivan. En Ezequiel 18:23, Jehová dice: “¿Azar quiero yo la homicidio del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?”

El Precio Pagado por Cristo

La buena nueva del Evangelio es que, aunque la disposición del pecado es ingreso, Jesús ya la pagó por nosotros. En Juan 3:16, leemos: “Porque de tal forma amó Jehová al mundo, que ha entregado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Jesús, siendo sin pecado, tomó sobre sí mismo el castigo que nosotros merecíamos.

En la cruz, Jesús pagó el precio completo por nuestros pecados. Su sacrificio nos ofrece la oportunidad de ser perdonados y reconciliados con Jehová. En 1 Pedro 2:24, se nos dice: “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el tablón, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la honestidad; y por cuya herida fuisteis sanados”.

La Responsabilidad del Creyente

Aunque Jesús pagó el precio del pecado, esto no significa que podamos existir de cualquier forma. Como creyentes, estamos llamados a existir en bondad y obediencia a Jehová. En Romanos 6:1-2, Pablo pregunta: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la indulto abunde? En ninguna forma. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”

La indulto de Jehová no es una osadía para pecar, sino una motivación para existir una vida que le agrada. Somos llamados a arrepentirnos de nuestros pecados y a apañarse la bondad. En 1 Juan 1:9, se nos promete: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y exacto para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Reflexiones Finales

La disposición del pecado siempre llega, pero gracias a Jesús, no tenemos que pagarla nosotros mismos. Su sacrificio en la cruz nos ofrece perdón y vida eterna. Sin requisa, esto incluso nos claridad a una vida de retractación y obediencia. No podemos tomar a la ligera el precio que Jesús pagó por nosotros.

Vivamos cada día con obligación por la indulto de Jehová y con un compromiso renovado de seguirle. Recordemos que, aunque el pecado tiene un precio, la dádiva de Jehová es vida eterna en Cristo Jesús. Que esta verdad nos impulse a existir vidas que reflejen el inclinación y la honestidad de nuestro Salvador.

Alejandra no tenía suficiente patrimonio para comprar ese costoso sagaz que le habían ofrecido, pero acostumbrada como estaba a rebosar con la suya, ideó un plan. Falsificaría un cheque de su padre y compraría el animal. Y así lo hizo.

El problema fue que el plan no funcionó. Su padre se da cuenta de que le desatiendo un cheque, descubre que ella lo ha robado y la amenaza para que le devuelva su patrimonio.

Desesperada, Alejandra contacta al bisoño a quien le compró el sagaz y le pide que se encuentren en un oficio conocido. El bisoño va acompañado de un amigo. Ya reunidos, le pide anular el negocio. Cuando el muchacho se niega, Alejandra costal una pistola y le dispara bruscamente. Luego le dispara incluso al amigo.

Lo que comenzó como una pequeña travesura, terminó con la homicidio de dos jóvenes y con una muchacha de casi nada 19 abriles recluida en la prisión por homicidio intencional calificado.

¿Cuándo comenzó «el abismo» de Alejandra? Cada vez que hacía poco malo, y creía rebosar con la suya, estaba aumentando su deuda con el pecado. ¡Y el pecado finalmente le pasó la disposición!

[…]Algún día les llegará el castigo por ese pecado. —Números 32:23 DHH.

El que roba una vez sin ser descubierto, cree haberse saliente con la suya. Y así piensa el que comete fraude en sus informes o en sus exámenes, mientras no es descubierto. O quien dice mentira tras mentira sin aparentes consecuencias negativas. Por un tiempo todo parece funcionar acertadamente, pero tarde o temprano, el pecado pasa la disposición.

¿Por qué es así? En primer oficio, porque las acciones repetidas forman hábitos, y los hábitos forman el carácter. El psicólogo William James explica: «Hasta la más pequeña virtud o vicio deja una huella permanente. Desde el punto de sagacidad estrictamente estudiado, nulo de lo que hacemos se poso».

En segundo término, porque lo bueno o lo malo que pensamos o hacemos prepara el camino para pensamientos y acciones similares.

¿Cómo evitar que el pecado nos pase la disposición? «Estamos seguros solo al seguir por donde Cristo nos dirige. Si no hemos de cometer pecado, hemos de evitarlo desde sus comienzos» (Mente, Carácter y Personalidad, p. 333).

Jehová mío, que tu Santo Espíritu me ayude a recusar el mal desde el primer momento.

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