El Trabajo de la Paternidad: La Ambición Santa de los Padres Piadosos Según la Biblia

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La Importancia de la Paternidad en la Sagrada Escritura: Un Llamado a los Padres Piadosos

La paternidad es una de las responsabilidades más sagradas y significativas que un hombre puede contraer. En la Sagrada Escritura, se destaca la importancia de ser un padre piadoso y cómo esta calado refleja el inclinación y la callejero de Jehová en dirección a sus hijos. Los padres están llamados a ser líderes espirituales en sus hogares, enseñando y modelando los principios bíblicos.

El Ejemplo de Jehová como Padre: Inspiración para los Padres Cristianos

Jehová es el Padre valentísimo y su ejemplo es la callejero suprema para todos los padres cristianos. En la Sagrada Escritura, vemos cómo Jehová cuida, disciplina y ama a sus hijos. Los padres deben esforzarse por imitar estas cualidades divinas, mostrando inclinación incondicional, paciencia y honestidad en la crianza de sus hijos.

La Responsabilidad de Instruir a los Hijos en el Camino del Señor

Uno de los mandatos más claros en la Sagrada Escritura es que los padres deben instruir a sus hijos en el camino del Señor. Proverbios 22:6 dice: “Instruye al impulsivo en su camino, y aun cuando fuere rancio no se apartará de él”. Esta instrucción no solo incluye la enseñanza de las Escrituras, sino además el modelado de una vida piadosa.

La Disciplina Bíblica: Simpatía y Corrección en la Paternidad Cristiana

La disciplina es una parte esencial de la paternidad según la Sagrada Escritura. Hebreos 12:6 nos recuerda que “el Señor disciplina a los que ama”. Los padres deben disciplinar a sus hijos con inclinación y honestidad, buscando siempre su bienestar y crecimiento espiritual. La disciplina no debe ser severa ni abusiva, sino una utensilio para llevar y corregir.

El Rol de la Oración en la Vida de un Padre Piadoso

La oración es fundamental en la vida de un padre piadoso. A través de la oración, los padres pueden despabilarse la tino y la callejero de Jehová para criar a sus hijos. Por otra parte, elevar plegarias por los hijos fortalece la relación accesible y demuestra una dependencia continua en Jehová para todas las evacuación.

La Importancia de Ser un Ejemplo Vivo de Fe y Simpatía

Los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Por eso, es crucial que los padres sean un ejemplo vivo de fe y inclinación. Esto significa radicar una vida coherente con los principios bíblicos, mostrando integridad, honestidad y compasión en todas las áreas de la vida.

La Comunicación Abierta y Honesta: Secreto para una Relación Saludable

Una comunicación abierta y honesta es fundamental para una relación saludable entre padres e hijos. Los padres deben estar dispuestos a escuchar y musitar con sus hijos sobre cualquier tema, creando un hábitat de confianza y respeto. Esto ayuda a los hijos a sentirse valorados y comprendidos.

La Importancia de la Billete Activa en la Vida de los Hijos

Ser un padre piadoso implica una billete activa en la vida de los hijos. Esto incluye estar presente en sus actividades, apoyarlos en sus intereses y ser parte de sus momentos importantes. La presencia y el apoyo constante fortalecen el vínculo accesible y demuestran el inclinación y compromiso del padre.

El Desafío de Abastecer el Invariabilidad entre Trabajo y Tribu

Uno de los mayores desafíos para los padres es surtir el firmeza entre el trabajo y la comunidad. Es crucial que los padres encuentren tiempo para estar con sus hijos, a pesar de las demandas laborales. Priorizar la comunidad y establecer límites claros puede ayudar a ganar este firmeza.

La Influencia de la Civilización y la Sociedad en la Paternidad Cristiana

La civilización y la sociedad pueden influir en la paternidad cristiana de diversas maneras. Los padres deben estar atentos a estas influencias y cerciorarse de que sus títulos y prácticas estén alineados con los principios bíblicos. Esto puede requerir discernimiento y firmeza para resistir las presiones externas.

La Importancia de la Comunidad de Fe en el Apoyo a los Padres

La comunidad de fe juega un papel crucial en el apoyo a los padres. Las iglesias y grupos cristianos pueden ofrecer posibles, consejos y apoyo emocional a los padres, ayudándolos a cumplir su rol de guisa efectiva. Participar en una comunidad de fe además proporciona un entorno positivo para el crecimiento espiritual de los hijos.

La Galardón Eterna de Criar Hijos en el Camino del Señor

Finalmente, la retribución eterna de criar hijos en el camino del Señor es incalculable. Los padres que se esfuerzan por ser piadosos y llevar a sus hijos según los principios bíblicos pueden esperar ver frutos espirituales en la vida de sus hijos. Por otra parte, recibirán la satisfacción de poseer cumplido con su llamado divino.

La Deseo Santa de los Padres Piadosos

En breviario, el trabajo de la paternidad es una pretensión santa que requiere dedicación, inclinación y fe. Los padres piadosos están llamados a ser líderes espirituales, ejemplos vivos de fe y inclinación, y a instruir a sus hijos en el camino del Señor. A través de la oración, la disciplina amorosa y la billete activa, los padres pueden cumplir con este rol venerable y dejar un delegado espiritual duradero.

Hace algunos abriles, un profesor relató en clase una breve frase de su esposa que se le clavó como una flecha en el pecho.

Se acercaba un nuevo semestre y se había esforzado por elaborar un sumario que sirviera a sus alumnos. Eligió los libros, definió las tareas, programó los ensayos y los exámenes, y así trazó un cuidadoso curso normativo de agosto a diciembre. Entonces su esposa, al darse cuenta de tan minuciosa planificación docente, le hizo una pregunta sincera: «¿Por qué no le dedicas el mismo esfuerzo y planificación a nuestra comunidad?».

Aunque en aquel momento yo era soltero, podía entender la agudeza de la punzada. Sin retención, ahora que soy consorte y padre puedo sentirla. Sé que muchos hombres pueden sentirla además. Con mucha facilidad, podemos brindar un esfuerzo y una creatividad enormes a la carrera o al ocupación, sin pensar siquiera en hacer lo mismo por la comunidad. Podemos mostrar mucha más pretensión —más consejo, más planificación, más intencionalidad, más entusiasmo— en dirección a el trabajo o la iglesia que en dirección a la paternidad. Podemos ser empleados o líderes ministeriales apasionados, pero padres pasivos en comparación.

Sin duda, los niños necesitan ver a un padre cuyos fanales miren en dirección a en lo alto y en dirección a fuera, codicioso por servir a Jehová en el trabajo, la iglesia, el vecindario y más allá. Pero con la misma seguridad, los niños necesitan ver a un padre codicioso en ser padre.

Un padre de 5:00 p. m. a 9:00 a. m.

Las descripciones que Jehová mismo hace de la paternidad en las Escrituras nos muestran a un hombre que anhela hacer el aceptablemente en el mundo, sí, pero que además dedica una enorme energía al mundo de su comunidad. No solo tiene un trabajo de 9:00 a. m. a 5:00 p. m., sino además uno de 5:00 p. m. a 9:00 a. m, un llamado tan chinche como, y a menudo más que, su carrera (y que incluye además las madrugadas y los fines de semana).

Los verdaderos líderes cristianos no desprecian los actos humildes de servicio oculto, y el hogar proporciona este tipo de oportunidades en grandes cantidades

El retrato más extenso de la paternidad en la Sagrada Escritura nos llega en el texto de los Proverbios, que registra las palabras de un padre a su hijo en proceso de masculinidad. Gran parte del texto nos recuerda que Jehová creó a los hombres para el dominio foráneo: el llamado a trabajar duro, las instrucciones sobre los negocios y la agricultura, la imagen del padre sentado «en las puertas… con los ancianos de la tierra» (Pr 31:23). Pero la estructura misma de Proverbios —consejo afectuoso, serio y persistente de un padre a su hijo— nos recuerda que el dominio de un hombre incluye ser padre.

Proverbios describe la paternidad como un asunto de toda la vida. El padre del texto es del tipo de Deuteronomio 6:7, un hombre que discipula a su hijo en casa y fuera de ella, desde la mañana hasta la oscuridad. Imparte un curso llamado «La vida» en un clase tan amplia como el mundo. Quizá podamos imaginarlo hablando con su hijo cuando pasan por delante de la calle de la mujer prohibida («No te acerques a la puerta de su casa», Pr 5:8), cuando casi pisan un hormiguero («Ve, mira la hormiga», Pr 6:6) o cuando se sientan a yantar («Come miel, hijo mío, porque es buena», Pr 24:13).

Su enseñanza alpargata temas tanto espirituales como prácticos, tanto eternos como cotidianos. A lo holgado de las veintidós veces que el texto utiliza la frase «hijo mío…», palabra a la cabecera, el corazón, las manos, los pies, los fanales, el alma, la boca y mucho más de su hijo. Conoce los puntos fuertes y las locuras de su hijo. Pasa suficiente tiempo sin prisas a su banda como para decirle: «que tus fanales se deleiten en mis caminos» (Pr 23:26). Y aunque este padre tiene ambiciones que van más allá de su hijo, difícilmente puede imaginarse a sí mismo contento párrafo del aceptablemente duradero de este señorita (Pr 10:1; 17:25; 23:15, 24). Es, en una palabra, codicioso por ser padre.

Un hogar para la pretensión

Una visión tan amplia y chinche de la paternidad sugiere al menos una razón por la que los hombres pueden encontrar más factible o natural la pretensión foráneo. Al final, ser un padre piadoso puede resultar más difícil que iniciar una empresa, construir una carrera o incluso convertirse en pastor.

Por mi parte, siento que estoy frente a un trabajo más difícil cuando entro a casa por la puerta posteriormente del trabajo. Los niños no nos piden simplemente que seamos buenos contadores, profesores, ingenieros o gestores de proyectos: nos piden que seamos buenos hombres. No nos piden simplemente ocho horas de atención, sino, en cierto sentido, toda nuestra atención. Si queremos ser capaces de decirles: «Dame, hijo mío, tu corazón» (Pr 23:26), entonces tendremos que entregarnos nosotros mismos.

Necesitamos, pues, algunas buenas razones para dejar a un banda nuestra pasividad y dedicarnos a ser mejores padres. Por otra parte del simple hecho de que las Escrituras nos dan nuestro maniquí de paternidad piadosa (y todos los modelos de Jehová son buenos), consideremos otras tres razones por las que nuestra pretensión necesita no solo una oficina o un púlpito, sino un hogar: por nuestra propia alma, por el mundo y por nuestros hijos.

1. Deseo honesta

En primer espacio, la pretensión en el hogar sirve a la propia alma del hombre, sobre todo porque mantiene honestas sus otras ambiciones.

Un anciano «debe regentar aceptablemente su propia casa» escribe Pablo, «pues si un hombre no sabe cómo regentar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Jehová?» (1 Ti 3:4-5). Un hombre que se esfuerza por dirigir la pequeña comunidad en el interior de su casa, se esforzará por dirigir una comunidad longevo fuera de ella, al menos de un modo que agrade a Jehová. El principio de Pablo es válido en parte porque la capacidad de liderazgo se transmite de una esfera a otra, pero además por otra razón: el hogar capacita al hombre para el liderazgo específico que se requiere de un cristiano.

Los verdaderos líderes cristianos no desprecian los actos humildes de servicio oculto (Mr 10:43), y el hogar proporciona este tipo de oportunidades en grandes cantidades. Los líderes cristianos se asocian gustosamente con los humildes (Ro 12:16), y los niños son una sociedad que les llega a las rodillas. Los líderes cristianos invierten pacientemente en las personas que tardan en cambiar (1 Ts 5:14), y la comunidad proporciona praxis diaria (a menudo a cada hora) para ese tipo de paciencia. Y los líderes cristianos aplican sabiamente la Palabra de Jehová a las evacuación de cada persona (1 Ts 2:11-12), y los niños vienen con personalidades y tentaciones sorprendentemente diversas.

Al igual que Pedro o Juan, quienes se apresuraron a dejar detrás a los niños, a veces imagino la pretensión cristiana en términos mucho más amplios que estos pequeños. Pero entonces miro en dirección a detrás y veo a mi Señor entre ellos, con una pretensión lo suficientemente extenso como para incluir a los niños. Entonces remembranza que, a menos que mi pretensión incluya lo mismo, todavía no estoy en condiciones de dirigir aceptablemente en otra parte.

2. Las flechas del ballestero

En segundo espacio, y contraintuitivamente, la pretensión en casa sirve al mundo, al menos cuando es bendecida por Jehová.

Negativamente, podríamos considerar los tristes ejemplos de padres pasivos cuyos hijos crecieron para desmantelar gran parte de su calado en el mundo. David fue un rey poderoso, pero su desatiendo de atención en casa provocó el caos en su reino (2 S 13:20-22; 1 R 1:5-6). Elí perdió su clero por dejar que sus hijos actuaran sin control (1 S 2:29).

Sin retención, las Escrituras nos ofrecen una imagen positiva de los niños, que es cualquier cosa menos una imagen estrecha y limitada al hogar: «Como flechas en la mano del guerrillero, / Así son los hijos tenidos en la pubescencia», escribe Salomón (Sal 127:4). Cuando un padre educa a sus hijos con pretensión piadosa, no está excusándose de la empresa de Jehová en el mundo. Es un ballestero en cuclillas bajo el tapia, afilando sus flechas. Y en un mundo de reinos espirituales en hostilidades, no es una pérdida de tiempo cortejar las flechas.

Nuestro trabajo como padres es ofrecer una imagen fiel del Padre que se deleita en Su Hijo

Como en todo discipulado, una paradoja de la paternidad es que a menudo servimos mejor al mundo cuando nos centramos en unos pocos. Jesús cambió el mundo a través de unos pocos hombres comunes. Los padres intentan seguir cambiando el mundo a través de unos pocos hijos comunes. Esos hijos pueden dividir a un hombre en el momento, quitándole tiempo para dedicarse a otras cosas buenas. Pero con el cortesía de Jehová, no lo dejan dividido, sino multiplicado. Los hijos fieles de un padre son ese hombre hecho muchos.

Por supuesto, los hombres piadosos tratarán de hacer discípulos más allá de sus familias. Al mismo tiempo, no verán la paternidad como poco dispar a hacer discípulos. Todo ese tiempo en casa, todos esos momentos diciendo «Hijo mío» o «Hija mía», todos esos días retirándose de las prisas del mundo, y toda esa asesinato diaria al yo son como un hombre tensando su curva, apuntando a sucumbir con flechas en el clima.

3. El deleite de papá

Por zaguero, la pretensión en el hogar está al servicio de las almas eternas de los niños.

La imagen de las flechas es útil hasta un punto. Sin retención, conviene recapacitar que los niños no son simples herramientas o armas que hay que manejar, y que muchos niños han llegado a resentirse de padres que los trataban como tales. No, los niños además son regalos que hay que abrazar. Son tesoros que hay que apreciar. Son personas infinitamente interesantes que hay que conocer. Especialmente en una comunidad cristiana, deben entender que son amados.

La palabra amado toca de cerca el corazón de la buena paternidad, la que procede del Padre celestial (Ef 5:1). Audición la oración de este primer Padre sobre Su querido Hijo:

Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido (Mt 3:17).

En gran parte, nuestro trabajo como padres es ofrecer una imagen fiel del Padre que se deleita en Su Hijo. En un mundo que a menudo tergiversa la paternidad para convertirla en poco totalmente dispar del serio Padre, una de las mejores cosas que podemos hacer por nuestros hijos es darles una presencia corporal del placer de Jehová en nuestra gran risa, nuestros fanales brillantes y nuestros brazos fuertes: amarlos tan manifiestamente que se duerman sintiendo: Mi papá se deleita en mí.

Ese tipo de inclinación y deleite exige cantidades generosas de nuestro tiempo y atención. Requiere pensamiento creativo y planificación. Exige el tipo de iniciativa que a menudo damos a nuestra carrera o a nuestro ocupación, de modo que cuando nuestros hijos nos miran, ven a un padre codicioso por ser padre.

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