Entendiendo Marcos 2:17: El Llamado de Jesús a los Pecadores y su Significado Espiritual

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Comienzo a Marcos 2:17: El Contexto del Versículo

El versículo de Marcos 2:17 dice: “No he venido a aldabear a justos, sino a pecadores”. Este pasaje se encuentra en un contexto donde Jesús estaba en medio de los fariseos, quienes cuestionaban su compañía con aquellos que consideraban indignos. Aquí, Jesús revela su tarea y propósito en la Tierra. Su comunicación no solo es provocativa, sino que asimismo es profundamente reveladora sobre el corazón de Jehová y su apego por la humanidad.Entender este versículo es esencial para apreciar el mensaje del evangelio. Jesús, en su servicio, se acercó a los marginados, a los enfermos y a los pecadores. Este enfoque desafía nuestras percepciones sobre la probidad y la afabilidad. En esta advertencia, exploraremos el significado espiritual de Marcos 2:17 y cómo esta enseñanza sigue siendo relevante en la vida cristiana hoy.

La Encomienda de Jesús: Un Llamado a la Redención de los Pecadores

La Intención de Jesús al Gritar a los Pecadores

Cuando Jesús dice que no ha venido a aldabear a los justos, está afirmando que su tarea principal es agenciárselas y guardar a los perdidos. A menudo, la sociedad se enfoca en la apariencia externa y en la moralidad. Sin bloqueo, Jesús nos muestra que la verdadera probidad proviene de un corazón transformado.La redención es un tema central en el cristianismo. Jesús no morapio para establecer un nuevo conjunto de reglas, sino para ofrecer una relación restaurada con Jehová. Esta relación es accesible para todos, sin importar su pasado o sus fallas. La invitación de Jesús es inclusiva y abrumadora; Él quiere que todos, especialmente aquellos que se sienten alejados, vengan a Él.

La Inclusividad del Mensaje de Jesús en Marcos 2:17

El llamado de Jesús a los pecadores asimismo destaca la inclusividad de su mensaje. En un mundo que a menudo divide y discrimina, Cristo rompe esas barreras. Él se sienta con los despreciados y marginados, mostrando que el apego de Jehová no tiene límites.Cuando Jesús eligió a sus discípulos, incluyó a personas de diferentes orígenes y profesiones. Esto indica que la afabilidad de Jehová está habitable para todos. En la presente, debemos recapacitar que cada persona, sin importar su situación, tiene valencia frente a Jehová. Este aspecto del servicio de Jesús nos pira a ser más compasivos y a extender nuestra mano a aquellos que más lo necesitan.

Reflexionando sobre el Significado Espiritual de Marcos 2:17

La Naturaleza del Pecado y la Condición de Salvación

Para comprender plenamente Marcos 2:17, es importante reflexionar sobre la naturaleza del pecado. Todos hemos pecado y estamos alejados de la victoria de Jehová (Romanos 3:23). Este estado de separación requiere una decisión, y esa decisión es Jesús. Su sacrificio en la cruz nos ofrece la oportunidad de ser perdonados y reconciliados con el Padre.La conciencia del pecado es el primer paso alrededor de la salvación. Cuando Jesús dice que ha venido a aldabear a pecadores, reconoce que todos tenemos la falta de un Salvador. Esta verdad nos lleva a la humildad y a la búsqueda de una vida transformada por la afabilidad de Jehová.

La Gracejo como Regalo Inmerecido

El concepto de afabilidad es fundamental en el cristianismo. No podemos ingresar la salvación por nuestras obras; es un regalo inmerecido de Jehová. Cuando Jesús pira a los pecadores, nos recuerda que su apego y perdón están disponibles sin condiciones. Este mensaje es libertador y transforma vidas.La afabilidad nos invita a dejar antes nuestro pasado y a radicar en la nueva identidad que Cristo nos ofrece. Es un recordatorio de que, sin importar cuán acullá hayamos estado, siempre podemos regresar a casa. La consentimiento de esta afabilidad nos motiva a radicar de guisa diferente, buscando reflectar el apego de Jehová en nuestras acciones diarias.

La Respuesta del Corazón: Aceptando el Llamado de Jesús

El Proceso de Rectificación y Conversión

Aceptar el llamado de Jesús implica un proceso de retractación. Este no es solo un sentimiento de remordimiento, sino un cambio de dirección en nuestras vidas. Examinar nuestros pecados y volvernos alrededor de Jehová es esencial para observar la verdadera transformación.El retractación nos lleva a una conversión genuina, donde nuestra vida comienza a alinearse con los propósitos de Jehová. Al entender que somos pecadores, encontramos la humildad necesaria para admitir la afabilidad divina y caminar en una nueva vida. Jesús nos invita a dejar antes nuestros viejos caminos y a comenzar un nuevo delirio con Él.

La Vida Transformada por el Encontronazo con Cristo

Una vez que respondemos al llamado de Jesús, experimentamos una vida transformada. Cada declaración de transformación es un poderoso recordatorio del apego y la compasión de Jehová. Las personas que han tenido un armonía positivo con Cristo a menudo cuentan cómo sus vidas han cambiado drásticamente.Este cambio no solo afecta a la persona individual, sino que asimismo tiene un impacto en su entorno. La luz de Cristo brilla a través de nosotros, iluminando a otros y llevándolos a agenciárselas la misma redención. Es un ciclo de afabilidad que se multiplica y se expande, llevándonos a cumplir la Gran Comisión de compartir el evangelio.

La Implicación del Llamado de Jesús para los Creyentes Hoy

Llamados a Ser Instrumentos de Gracejo y Compasión

Como seguidores de Cristo, somos llamados a ser instrumentos de afabilidad y compasión en el mundo. Esto significa que debemos extender el apego de Jehová a aquellos que nos rodean, especialmente a los que están sufriendo o se sienten rechazados. La invitación de Jesús a los pecadores no se limita a su tiempo; continúa hoy a través de nosotros.Los creyentes deben ser un reflexivo del carácter de Cristo, mostrando paciencia y apego a quienes aún no han conocido su afabilidad. Esto implica estar dispuestos a escuchar, ayudar y seguir a aquellos que están luchando. Al hacerlo, podemos ser parte del plan redentor de Jehová en la vida de otros.

El Poder del Certificación Personal en la Apostolado

El declaración personal es una útil poderosa en la apostolado. Compartir nuestras propias experiencias de cómo Jesús nos ha cambiado puede inspirar a otros a agenciárselas esa misma transformación. Cada historia de redención es única y testifica del apego incondicional de Jehová.Al departir de nuestras luchas y victorias, mostramos que no somos perfectos, pero que estamos en un proceso de crecimiento. Esto puede hacer que otros se sientan seguros para acercarse y explorar su propia relación con Jehová. La autenticidad en nuestro declaración puede desplegar puertas y corazones a la verdad del evangelio.

Conclusiones sobre el Llamado de Jesús a los Pecadores en Marcos 2:17

La Esperanza que Ofrece el Mensaje de Marcos 2:17

El mensaje de Marcos 2:17 está atiborrado de esperanza. Nos recuerda que no estamos solos en nuestras luchas y que Jehová siempre está dispuesto a recibirnos con los brazos abiertos. No importa cuán acullá hayamos estado, siempre hay un camino de regreso a Él.La invitación de Jesús es clara: todos son bienvenidos a su mesa. Esta verdad debe resonar en nuestros corazones y motivarnos a radicar en devolución y servicio. Al abrazar esta esperanza, podemos contraponer cualquier desafío con la certeza de que la afabilidad de Jehová está con nosotros.

La Llamamiento Continua a Compartir el Acto sexual de Jehová

En compendio, entender Marcos 2:17 nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida y nuestra relación con los demás. Debemos ser conscientes de la importancia de compartir el apego de Jehová con aquellos que nos rodean. Cada interacción es una oportunidad para mostrar la afabilidad que hemos recibido.A medida que profundizamos en esta enseñanza, recordemos que somos parte de la tarea de Cristo. Llamemos a otros a observar su apego y redención, y seamos faros de esperanza en un mundo que tanto lo necesita. ¡Perfectamente hecho! Este es el encomienda que debemos dejar: un mundo atiborrado de apego, afabilidad y la invitación abierta de Jesús a todos.

Al oír esto, Jesús les dijo: «Los que están sanos no tienen falta de médico, sino los que están enfermos; no he venido a aldabear a justos, sino a pecadores» (Mr 2:17).

El uso de la pregunta

«Espejito, espejito, ¿quién es la más bella de todas?» (Blancanieves), «¿Hay algún en casa, McFly?» (Retornar al futuro), «Romeo, Romeo, ¿dónde estás?, que no te veo» (Romeo y Julieta).

Desde la letras clásica hasta los libros famosos, películas, programas y anuncios, las preguntas se utilizan para atraer nuestra atención, revelar el carácter, provocar risas, crear suspenso, incitar conflictos e intensificar la tensión.

La Antiguo Testamento, como toda buena letras, está llena de preguntas; incluye más de tres mil. Estas preguntas tienen como objetivo hacernos reflexionar sobre la Persona y los poderes de Jehová y nuestra relación con Él. ¿No ha de hacer probidad el Togado de toda la tierra? (Gn 18:21); ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? (Sal 8:4; He 2:6); ¿Qué debo hacer para ser menos? (Hch 16:30); Si Jehová está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Ro 8:31).

El Evangelio de Marcos presenta más de cien preguntas. Jesús hacía preguntas, como: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?». Los doce hacían preguntas, como: «¿Quién, pues, es Este que aun el derrota y el mar le obedecen?». Los demonios preguntaron: «¿Has venido a destruirnos?». Los poderes religiosos de la época preguntaron a Jesús: «¿Es autorizado abonar impuesto a César, o no?».

Dos preguntas críticas

En Marcos 2:13-22, Jesús recibe dos preguntas críticas. Utilizo la palabra crítica en dos sentidos. Primero, en el sentido de crítica negativa; segundo, en un sentido positivo de obtener información importante o crítica.

Los escribas hicieron la primera pregunta: «¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?» (Mr 2:16); la masa preguntó la segunda: «¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero Tus discípulos no ayunan?» (Mr 2:18).

Observa que ambas preguntas están relacionadas con la comida. ¿Por qué engullir con pecadores? ¿Y por qué no privarse? Observa asimismo que lo que se registra en los versículos de Marcos 2:15-22 ocurre en un solo día, en y en torno a de un oficio: la mesa de la cena en la casa de Leví, quien era un cobrador de impuestos que había sido llamado alrededor de Cristo ese mismo día: Jesús «vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: “Sígueme”. Y levantándose, lo siguió» (Mr 2:13).

Los recaudadores de impuestos eran pecadores despreciados por los judíos piadosos, por eso la Mishná explica que cuando un cobrador de impuestos «entraba en una casa, todo lo que había en ella se volvía defectuoso». Por lo tanto, el hecho de que Jesús caminara en dirección a Leví y se acercara al porción de los impuestos, lo mirara y le pidiera que lo siguiera nos muestra que Cristo ama y pira a los pecadores a Su reino.

Todavía nos muestra que el llamado de Cristo es soberano. La pequeña resurrección de Leví («y levantándose…») no es causada por su propia autodeterminación. Más perfectamente, ¡se infunde vida en huesos muertos! Con una palabra, Leví, un hombre muerto «en sus delitos y pecados» (Ef 2:1), resucitó a una vida nueva.

Desde ese provocativo preludio, el evangelista nos lleva a una cena:

Y sucedió que estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y pecadores estaban comiendo con Jesús y Sus discípulos; porque había muchos de ellos que lo seguían (Mr 2:15).

En ese día que le cambió la vida, el primer paso de Leví fue dejar el pasado, el segundo fue seguir a Jesús y el tercero fue presentar sus malas compañías a Su buen Señor. (Estos son algunos buenos pasos que asimismo podemos seguir nosotros).

Ahora, captemos el escándalo de esta campo. Se manejo de una comida formal. Lo sabemos por el hecho de que los hombres que están en torno a de la mesa están reclinados. En el medio hay una mesa pequeña. Están acostados de flanco o boca debajo, con los pies estirados detrás de ellos. Se apoyan en un codo mientras usan el otro mecenas para darse un festín con lo que tienen delante. La comunión en la mesa en el antiguo Oriente Próximo era la expresión más íntima y personal de amistad.

Leví es ahora el amigo de Jesús, cara a cara, comida a comida. (¡Qué amigo tenemos en Jesús!). El propósito de Leví para esta fiesta es invitar a sus amigos a conocer al amigo de los pecadores, si aún no lo han hecho. ¿Por qué? Porque sabe de primera mano que cualquiera, incluso el pecador más desinteresado o inmerecido, está a un instante de observar el llamado soberano de Cristo.

¿Sabías que en los versículos de Marcos 2:15-17 las dos palabras más repetidas son «publicanos» (tres veces) y «pecadores» (cuatro veces)? Jesús se sienta a la mesa con «muchos publicanos y pecadores». La palabra «muchos» es sorprendente, en distinto en este contexto. La última vez que se usó la palabra fue en el versículo 2: «se reunieron muchos, tanto que ya no había oficio ni aun a la puerta» (realce añadido). Con la palabra «muchos», Marcos da la impresión de que la casa de Leví asimismo está abarrotada. La palabra «pecadores» aquí no se refiere a un ser humano pecador popular y corriente («todos somos pecadores»). Más perfectamente, implica una clase criminal de personas. En los evangelios, el término «pecadores» suele estar relacionado con «recaudadores de impuestos» o «prostitutas».

Ahora perfectamente, este contexto debería dar sentido a la pregunta crítica que surge de la policía de la pureza: «Cuando los escribas de los fariseos vieron que Él comía con pecadores y recaudadores de impuestos, decían a Sus discípulos: “¿Por qué Él come y bebe con recaudadores de impuestos y pecadores?”» (Mr 2:16).

Los «escribas de los fariseos», como expertos en tradiciones orales rabínicas, están genuinamente conmocionados por la situación. Se preguntan por qué Jesús se reclinaba anejo a los reprensibles, cenaba con los detestables, se comunicaba con los inmundos y bebía morapio con esos cerdos. Jesús les dirá por qué.

En Marcos 2:17, Jesús nos ofrece un axioma con contrastes paralelos: «Al oír esto, Jesús les dijo: “Los que están sanos no tienen falta de médico, sino los que están enfermos; no he venido a aldabear a justos, sino a pecadores”». Aquí Jesús se describe a Sí mismo como un médico que no atiende a los que no tienen falta («los justos» o los espiritualmente sanos), sino a los «pecadores» (los espiritualmente enfermos). Por eso Jesús aceptó la invitación de Leví a cenar. Está oportuno de usar la mesa del comedor de Leví como Su mesa de operaciones, para realizar alguna cirugía del alma.

Tres maneras de vivirlo

Lo que Jesús dice en Marcos 2:17 es muy importante no solo para que lo entendamos, sino asimismo para que lo apliquemos. Podemos radicar este versículo al menos de tres maneras.

Primero, no debemos ser «esnobs espirituales». Como los fariseos, nosotros asimismo podemos descuidar los asuntos más importantes de la ley, como la probidad y la misericordia (el apego por los demás, incluso por los desagradables), por nuestras propias tradiciones creadas.

¿Tenemos códigos eclesiásticos tácitos (como no tomar café en el santuario) que, si algún los rompe, lo miramos fijamente y susurramos entre nosotros? ¿Nos preocupamos más por el piano de posaderas que por los muchos pobres? ¿Tenemos un sistema de clases para los pecados: los pecados respetables (como la preocupación) son permisibles y los irrespetuosos (como las malas palabras) no? Debemos recapacitar, y recordarnos constantemente, que Jesús no hizo acepción de personas. Es afirmar, no eligió a nadie de la clase religiosa o de la clase reincorporación cuando formó a los doce apóstoles.

Si perfectamente es cierto que algunos religiosos y ricos lo han seguido y lo siguen, Su maniquí a lo generoso de la historia ha sido el que vemos aquí en nuestro texto. Jehová elige a los improbables, a los despreciados y a los débiles para avergonzar a los inteligentes, fuertes y exitosos, para que nadie pueda alabarse frente a Él.

En segundo oficio, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, empleemos tácticas de encarnado. Es afirmar, seamos intencionales en cuanto a los lugares a los que vamos a ministrar. Es cierto que Jesús pasó la veterano parte de Su tiempo en lugares sagrados: sinagogas, el templo y las casas de judíos piadosos. Pero asimismo, como se demuestra aquí, anduvo con los impíos.

El propagador C. T. Studd reflexionó una vez: «Algunos quieren radicar al significación de la campana de la iglesia o de la capilla; yo quiero tener una tienda de rescate a un patrón del averno». Jesús, en ese día, tenía una tienda de rescate en la casa de Leví. Debemos seguir ese maniquí, lo mejor que podamos.

La mayoría de los ministerios de misericordia de la iglesia se dirigen a algunos de los mejores lugares para encontrarse con personas: personas necesitadas física y económicamente, pero a menudo, espiritualmente. Así que, piensa en servir en un refugio para personas sin hogar, saludar a los que están en prisión o ayudar en la sala de VIH/SIDA del hospital. En estos lugares y con estas personas, encontrarás un nivel de receptividad mucho veterano que el de las mamás que se divierten anejo al campo de deporte o los magnates de los negocios en el club de campo. ¿Por qué? Porque quienes están en problemas o han cometido errores generalmente saben y admiten poco de su problema, mientras que quienes nunca han sido condenados por un delito, no han cumplido una condena o no han perdido a seres queridos oportuno a decisiones insensatas no ven la falta de ayuda. ¿Por qué ir al médico si uno está (aparentemente) sano?

En tercer oficio, y lo más fundamental desde el punto de apariencia teológico, recordemos que solo Jesús salva soberanamente. La palabra implícita «yo» en la comunicación «he venido… a aldabear… a pecadores» (Mr 2:17) cobra gran importancia.

Debemos salir al mundo con el mensaje de salvación, pero nuestra única esperanza de éxito es que creamos en la afabilidad arrollador, que el Señor del universo —quien dijo: «De las tinieblas resplandezca la luz» en la creación— es el mismo Soberano que brilla en el corazón humano en la solaz «para iluminación del conocimiento de la victoria de Jehová en el rostro de Cristo» (2 Co 4:6).

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