La Queja: Reflejo de un Corazón Descontento – Encuentra la Paz en la Palabra de Dios

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La queja como señal de descontento en nuestra vida espiritual

En la vida cristiana, todos experimentamos momentos de descontento. La queja a menudo se manifiesta como una expresión de frustración, desilusión o incertidumbre. Sin retención, la Sagrada Escritura nos ofrece un camino alrededor de la paz y la tranquilidad. Este artículo te guiará para modificar la queja en una oportunidad de crecimiento espiritual, encontrando consuelo en la Palabra de Altísimo.

Reconociendo la raíz de la queja: ¿Por qué nos quejamos?

Ayer de chocar cómo aventajar la queja, es esencial comprender por qué nos quejamos. La queja puede ser una respuesta emocional a diversas situaciones, desde problemas personales hasta injusticias percibidas.

La queja como un reflexivo de un corazón descontento

Cuando nos quejamos, a menudo es un reflexivo de insatisfacción interna. Este descontento puede ser resultado de expectativas no cumplidas, circunstancias difíciles, o una pérdida de fe en la provisión de Altísimo.

Las consecuencias de la queja en nuestra vida espiritual

La queja no solo afecta nuestro estado emocional, sino que igualmente puede deteriorar nuestra relación con Altísimo. Puede llevarnos a un estado de negatividad constante, impidiéndonos ver las bendiciones y el propósito en nuestras vidas.

La Sagrada Escritura como lazarillo: Pasajes que nos invitan a dejarlo en Dios en Altísimo

La Sagrada Escritura está llena de conocimiento y promesas que nos invitan a dejarlo en Dios en Altísimo en medio de las dificultades. Aquí exploramos algunos pasajes que pueden ayudarnos a cambiar nuestra conducta frente a la queja.

Filipenses 4:6-7: La paz de Altísimo que sobrepasa todo entendimiento

En Filipenses 4:6-7, Pablo nos exhorta a no estar ansiosos por carencia, sino en toda situación, mediante la oración y la súplica, presentar nuestras peticiones a Altísimo. Este pasaje nos recuerda que la paz de Altísimo puede guarecer nuestros corazones y mentes en Cristo Jesús.

Cántico 55:22: Carga tus preocupaciones sobre el Señor

El Cántico 55:22 nos anima a echar nuestras cargas sobre el Señor, confiando en que Él nos sustentará. Al liberar nuestras preocupaciones y quejas a Altísimo, podemos encontrar alivio y alivio.

Transformando la queja en correspondencia: Un cambio de perspectiva

Una de las formas más efectivas de aventajar la queja es transformarla en correspondencia. Cambiar nuestra perspectiva y enfocarnos en las bendiciones puede ayudar a curar un corazón descontento.

La habilidad de la correspondencia diaria: Reconociendo las bendiciones en lo ordinario

Hacer un esfuerzo consciente por practicar la correspondencia diaria puede cambiar significativamente nuestra conducta. Al devolver a Altísimo por las pequeñas y grandes bendiciones, podemos movernos de un estado de queja a un estado de agradecimiento.

Testimonios de correspondencia: Historias de transformación

Escuchar las historias de otros que han antagónico paz y correspondencia en medio de sus luchas puede ser inspirador. Estas historias nos muestran que es posible modificar nuestras quejas en agradecimiento, confiando en la fidelidad de Altísimo.

Encontrando propósito en la adversidad: Altísimo trabaja en nuestras dificultades

Altísimo puede usar nuestras dificultades para moldear nuestro carácter y vigorizar nuestra fe. Ver las pruebas como oportunidades de crecimiento puede ayudarnos a encontrar propósito incluso en los momentos más difíciles.

Romanos 8:28: Todas las cosas trabajan para perfectamente

En Romanos 8:28, Pablo afirma que Altísimo obra todas las cosas para el perfectamente de aquellos que lo aman, quienes han sido llamados según Su propósito. Este versículo nos recuerda que incluso nuestras dificultades tienen un propósito divino.

Ejemplos bíblicos de perseverancia: Aprendiendo de Job y José

La Sagrada Escritura nos ofrece ejemplos de personas que perseveraron en la fe a pesar de las adversidades. La historia de Job, que mantuvo su integridad en medio del sufrimiento, y la de José, que confió en el plan de Altísimo a pesar de las traiciones y dificultades, nos enseñan sobre la resiliencia y la fe.

La oración como aparejo para encontrar paz y consuelo

La oración es una aparejo poderosa para encontrar paz y consuelo en medio de nuestras quejas y descontento. A través de la oración, podemos entregar nuestras preocupaciones a Altísimo y desobstruir nuestros corazones a Su lazarillo y cabeza.

Oraciones de entrega: Deja tus cargas en manos de Altísimo

Las oraciones de entrega nos ayudan a liberar nuestras preocupaciones y cargas en manos de Altísimo. Al dejarlo en Dios en Su cuidado y provisión, podemos encontrar alivio y una nueva perspectiva.

La meditación en la Palabra: Profundizando en las Escrituras

La meditación en las Escrituras puede renovar nuestra mente y modificar nuestra conducta. Al reflexionar en la Palabra de Altísimo, podemos encontrar dirección y esperanza para nuestras vidas.

La paz que supera la queja

Exceder la queja es un proceso continuo que requiere intencionalidad y compromiso. Al rebuscar la raíz de nuestras quejas, averiguar la lazarillo de la Sagrada Escritura, modificar nuestra conducta con correspondencia, y dejarlo en Dios en que Altísimo obra todas las cosas para perfectamente, podemos encontrar la paz que nuestro corazón tanto anhela. Permite que la Palabra de Altísimo transforme tu descontento en una oportunidad para crecer y vigorizar tu fe.

Nos quejamos del clima, del tráfico, de nuestro coyunda, hijos, trabajo, conocidos, ministerios, iglesia y de cualquier otra cosa que no resulte como esperamos. La queja es un pecado que con facilidad puede volverse parte de nuestro día a día, sin siquiera percatarnos de que lo estamos cometiendo.

Pero el hecho de que este pecado nos envuelva con facilidad no debe llevarnos a pensar que nuestras murmuraciones son solo palabras que se lleva el derrota. Esto es porque la queja es la voz de un corazón descontento, de uno que se ha dejado envolver por la ingratitud y la incredulidad.

Ahora perfectamente, permíteme aclarar poco. Quejarse no es necesariamente lo mismo que expresar que poco que se está haciendo —aun contra nosotros mismos— está mal. Bajo la efectividad de este mundo caído, otros pecarán contra nosotros y evitar la queja no implica necesariamente guarecer silencio. Hay momentos y circunstancias que ameritan susurrar y expresar que lo que está sucediendo es pecado. La diferencia es la forma en la que lo hacemos y la conducta del corazón detrás.

Habiendo dicho lo aludido, la Sagrada Escritura no es silente frente a la murmuración. De forma distinto, a través del pueblo de Israel, nos muestra la condición de nuestro corazón frente a este pecado.

La queja del pueblo de Israel

Dos meses a posteriori de sobrevenir sido liberados de la opresión del Faraón, a través de hechos portentosos, nos encontramos con la murmuración del pueblo de Israel:

Partieron de Elim, y toda la congregación de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día 15 del segundo mes a posteriori de su salida de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los israelitas murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto (Éx 16:1-2).

El pueblo de Israel recibió la permiso que tanto deseaban, pero no necesitó mucho tiempo para que el descontento invadiera sus corazones y la queja fuera la expresión de sus labios.

La queja es la voz de un corazón descontento, de uno que se ha dejado envolver por la ingratitud y la incredulidad

Ahora, el pueblo de Israel y nosotros no somos muy diferentes: tenemos la misma tendencia a sentirnos descontentos adecuado a nuestra ingratitud e incredulidad. Por esta razón quisiera que veamos cinco realidades que Éxodo 16 nos enseña sobre la queja.

1) La queja nos lleva a tener una visión nublada de la efectividad.

Los israelitas les decían: «Ojalá hubiéramos muerto a manos del SEÑOR en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos unido a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos» (Éx 16:3).

Cuando leemos la historia del pueblo de Israel en Egipto bajo el dominio de Faraón, en ningún momento vemos el nivel de disfrute y saciedad que ellos decían tener. En cambio, vemos un pueblo desesperado bajo la opresión de duros trabajos (Éx 1:11) y vidas amargadas con dura servidumbre (Éx 1:14). Su corazón descontento, manifestado a través de la queja, los llevó a tener una visión distorsionada de lo que había sido su efectividad.

Nosotros igualmente, en un intento de crear justificaciones internas para nuestras quejas, podemos conservarse a ver la efectividad nublada, perdiendo de panorámica muchas veces de dónde el Señor nos sacó y lo que ha hecho a nuestro distinción.

2) La queja nos hace olvidar las bondades de Altísimo.

Preciso antiguamente de la queja que estamos viendo, el pueblo de Israel expresó adoración y cantó al Señor por la permiso que les había legado (Éx 15:1-21):

Mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR,
Y ha sido para mí salvación (v. 2).

¿Quién como Tú entre los dioses, oh SEÑOR?
¿Quién como Tú, majestuoso en virtud,
Temible en las alabanzas, haciendo maravillas? (v. 11)

Pero luego de todas estas palabras de adoración y examen del poder y actuar de Altísimo vemos murmuración. El pueblo había sido pronto en olvidar que el mismo Altísimo que obró a su distinción y a quien adoraron era el mismo que estaba con ellos en el desierto. Este es el mismo Altísimo que en ocasiones olvidamos que no nos dejará, aún en nuestras peores circunstancias.

Cuando olvidamos Su presencia, soberanía y bondad podemos terminar hundidos en la queja.

3) La queja nos lleva a conclusiones incorrectas.

Los israelitas les decían: «Ojalá hubiéramos muerto a manos del SEÑOR en la tierra de Egipto… Pues nos han traído a este desierto para matar de escasez a toda esta multitud» (v. 3).

En medio del descontento de su corazón, el pueblo de Israel juzgó mal las motivaciones de Moisés y Aarón, al punto de concluir que la razón por la que los habían llevado al desierto era para matarlos.

Muchas veces en medio de nuestro descontento y expresiones de queja, por un corazón centrado en nosotros mismos, emitimos juicios incorrectos alrededor de otros y terminamos siendo, como nos dice Santiago, jueces con malos pensamientos (Stg 2:4).

4) La queja se expande y contagia a otros.

Y toda la congregación de los israelitas murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto (Éx 16:2).

Estoy segura de que el pueblo inconmovible no se levantó un día con la misma intención de quejarse. Es más probable que la murmuración haya iniciado en algunos y se fue «contagiando» en los demás.

La efectividad es que nuestras actitudes y respuestas negativas pueden terminar contaminando a otros (He 12:15).

5) La queja, en última instancia, es contra Altísimo y Él las oye.

Y Moisés dijo… «Pues ¿qué somos nosotros? Sus murmuraciones no son contra nosotros, sino contra el SEÑOR». Entonces Moisés dijo a Aarón: «Dile a toda la congregación de los israelitas: “Acérquense a la presencia del SEÑOR, porque Él ha aurícula sus murmuraciones”» (Éx 16:8-9).

Moisés le deja asimilar al pueblo que su queja no era contra él, sino contra Altísimo, porque al final la soberanía era de Altísimo y no de Moisés. La queja no es simplemente una respuesta del corazón a las circunstancias, sino al Altísimo que las orquestina.

Esta efectividad revela la arrogancia que igualmente envuelve al corazón quejumbroso, pensando que sabemos mejor lo que conviene que Altísimo. Nuestra queja es la voz del corazón descontento con el actuar de Altísimo.

La respuesta de Altísimo a la queja y nuestra respuesta

Poco hermoso que no debemos perder de panorámica es la respuesta de Altísimo en medio de esta queja del pueblo:

Y el SEÑOR habló a Moisés y le dijo: «He aurícula las murmuraciones de los israelitas. Háblales, y diles: “Al caer la tarde comerán carne, y por la mañana se saciarán de pan. Sabrán que Yo soy el SEÑOR su Altísimo”» (Éx 16:12).

Ellos se quejaron, pero Altísimo les mostró absolución y los trató con paciencia, dándoles carne y pan en el desierto. Ese es el Altísimo que tú y yo tenemos, quien nos sigue bendiciendo a pesar de nuestro corazón que se desvía. El Altísimo que nos tráfico con paciencia en medio de nuestra queja arrogante. Pero no debemos insistir en el pecado de la queja porque Su disciplina puede venir sobre nosotros (cp. Nm 11; He 12:6).

La queja no es simplemente una respuesta del corazón a las circunstancias, sino una al Altísimo que las orquestina

Frente a la efectividad de nuestro pecado y del Altísimo santo y realizado de absolución a nuestro distinción, vayamos a Él en retractación y busquemos cultivar un corazón agradecido, que aprenda a dar gracias por todo y en todo tiempo, buscando ver Su actuar aún en las circunstancias difíciles.

Por otro costado, llevemos igualmente nuestro corazón a memorar las bondades del Señor. Fíjate cómo Altísimo mismo le enseñó al pueblo la importancia de hacer memoria:

Entonces Moisés dijo a Aarón: «Toma una vasija y pon en ella unos dos litros de maná, y colócalo delante del SEÑOR a fin de guardarlo para las generaciones de ustedes». Tal como el SEÑOR ordenó a Moisés, así lo colocó Aarón delante del Evidencia para que fuera guardado (Éx 16:33).

Altísimo les mandó a guarecer un maná que no se corrompería y les serviría de emblema para memorar Su obra en distinción de ellos. Si la queja acechaba sus corazones, debía memorar el acto sexual fiel del Señor.

Tú y yo tenemos poco mejor que ese maná. Tenemos el recordatorio de la gran fidelidad del Pan de vida, Jesús, dándose a Sí mismo por acto sexual y obrando por nosotros y no en nuestra contra todos los días de nuestras vidas. Miremos a la cruz, recordemos Su gran fidelidad a nuestro distinción y que en área de queja nuestros corazones rebosen de correspondencia.

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