Salvación en Jesús: ¿Seguridad Eterna o Posibilidad de Pérdida?

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Un amigo muy cercano se encuentra en un debate con otra Iglesia sobre la salvación en Jesús, él (mi amigo) sostiene que la salvación puede perderse si se comete pecado y el pastor de la otra iglesia sostiene lo contrario, esto fue lo que precisamente me motivó a escribir un poco sobre este tema. La doctrina de la salvación a lo desprendido de la historia cristiana moderna ha sido objeto de controversias teológicas, especialmente en torno a la cuestión de si la salvación en Jesús se puede perder o es incondicionalmente segura para quienes han sido verdaderamente regenerados.

Lo cierto es que en la Antiguo Testamento existe una tensión entre los versículos que afirman la promesa de Altísimo de auxiliar a todo aquel que cree por medio de la fe en Salvador y aquellos que hablan de la indigencia de perseverar para ser salvos. La salvación es por gracejo y no por obras; esto es claro en Efesios 2:8-9, que dice que «por gracejo somos salvos por medio de la fe, y esto no es de nosotros, pues es un regalo de Altísimo, no por obras para que nadie se gloríe.»

Sin requisa, incluso hay pasajes en las Escrituras que nos hablan de la indigencia de perseverar para ser salvos. Esta es una verdad innegable en las Escrituras, que crea una tensión como si estiráramos una unión desde entreambos extremos. El problema es que algunas personas sostienen que, una vez que una persona es salva, es impracticable que pierda esa salvación, y citan varios versículos bíblicos para respaldar esta seguridad. Por otro banda, otros dicen que sí se puede perder la salvación, y incluso apoyan su postura con versículos bíblicos.

Seguridad de la promesa de Altísimo de la salvación

Salvador mismo hizo declaraciones sobre la seguridad de la promesa de Altísimo de salvación. En Juan 5:24, Jesús dice: «De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de crimen a vida.» En Juan 10:28-29, Jesús afirma: «Yo les doy vida eterna, y no perecerán de ningún modo, ni nadie las arrebatará de mi mano.» Esta es una preciosa promesa de Jesús que nos asegura que nadie puede arrebatarnos de la mano de Altísimo.

Sin requisa, en Mateo 10:22, Jesús incluso dice: «Y seréis aborrecidos por todos a causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será aparte.» Aquí vemos la indigencia de perseverar hasta el final para ser salvos. En Juan 15:6, Jesús dice que Él es la vid y nosotros las ramas, y que «el que no permanece en mí, es desechado y se sequía; y los recogen, los echan en el fuego y arden.» Estas son palabras fuertes que subrayan la indigencia de permanecer en Jesús.

La Vida de Juan Calvino

Juan Calvino, nacido como Jehan Cauvin en Noyon, Francia, el 10 de julio de 1509, fue uno de los principales líderes de la Reforma Protestante, cuyas ideas influyeron en la teología cristiana y en el incremento del protestantismo. Hijo de un funcionario clerical, Calvino inicialmente se formó en leyes en la Universidad de Orleans, pero un cambio radical en su vida lo llevó a abrazar las ideas reformadoras de Martín Lutero. En 1536, publicó su obra más influyente, Institución de la Religión Cristiana, que sistematizó las doctrinas reformadas y se convirtió en una remisión teológica para los protestantes de todo el mundo.

La Perspectiva Calvinista sobre la Salvación

Es así que el calvinismo surge como una corriente teológica que toma su nombre del reformador Juan Calvino, esta se fundamento en cinco puntos fundamentales, conocidos como los cinco puntos del calvinismo o el siglas TULIP: Total Depravación, Referéndum Incondicional, Purificación Limitada, Sandunga Encantador y Perseverancia de los Santos. Este postrero punto es donde nos centraremos pues es el debate en cuestión.

La Perseverancia de los Santos sostiene que aquellos a quienes Altísimo ha estimado para la salvación serán preservados en su fe hasta el final. En otras palabras, si una persona ha sido verdaderamente salvada, no puede perder su salvación, independientemente de sus acciones futuras. Los calvinistas basan esta creencia en varios pasajes bíblicos, como Juan 10:28-29, donde Jesús dice:

“Y yo les doy vida eterna; y no perecerán de ningún modo, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es decano que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”

Según esta interpretación, la seguridad de la salvación no depende de la fidelidad del creyente, sino de la promesa y el poder de Altísimo. Los calvinistas argumentan que si la salvación pudiera perderse, entonces la gracejo de Altísimo no sería soberana ni suficiente.

La Refutación: Salvación Condicional y la Responsabilidad del Creyente

Si perfectamente la doctrina calvinista de la perseverancia de los santos tiene un robusto atractivo sensato, no resuelve adecuadamente las advertencias claras y numerosas en la Escritura acerca de la posibilidad de que un creyente pueda alejarse de la fe y perder su salvación. La Antiguo Testamento Reina-Valera de 1960 proporciona múltiples pasajes que, en su contexto, sugieren que la salvación es condicional y que requiere una continua obediencia y fidelidad.

La Refractación y la Pérdida de la Salvación

Uno de los textos más claros que advierten sobre la posibilidad de perder la salvación se encuentra en Hebreos 6:4-6:

“Porque es impracticable que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Altísimo y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para retractación, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Altísimo y exponiéndole a calumnia.”

La abjuración es una efectividad en el Nuevo Testamento, y hay muchas advertencias sobre la indigencia de permanecer fieles como podemos ver. Este versículo describe a personas que han experimentado profundamente las bendiciones de la salvación y, sin requisa, han caído al punto de ser irrecuperables. La advertencia es elocuente: es posible venir a un estado de abjuración donde la restauración es impracticable, lo que implica una pérdida definitiva de la salvación.

El Contexto de Hebreos y la Responsabilidad Personal

El contexto del obra de Hebreos es importante para entender este situación. La misiva fue dirigida a cristianos que estaban siendo tentados a retornar al sionismo para evitar la persecución. El autor de Hebreos los exhorta a permanecer firmes en la fe y les advierte que volverse a espaldas tendría consecuencias desastrosas. Esto indica que la perseverancia en la fe es una responsabilidad del creyente, no una respaldo cibernética proporcionada por Altísimo.

En Hebreos 10:26-27 se refuerza esta advertencia:

“Porque si pecáremos voluntariamente a posteriori de deber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda espera de motivo, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”

Aquí, el pecado voluntario y deliberado a posteriori de cobrar el conocimiento de la verdad conduce a un motivo severo (Ver la iniquidad). La seguridad de la salvación no está garantizada para aquellos que continúan pecando deliberadamente, lo que contradice la doctrina de la perseverancia de los santos.

Argumentos lógicos en contra de la perseverancia incondicional

Desde un punto de olfato sensato, la idea de que la salvación es completamente incondicional para los elegidos plantea varias problemáticas. Primero, si la salvación no puede perderse bajo ninguna circunstancia, esto podría fomentar una conducta de complacencia espiritual. El creyente podría admitir que sus acciones ya no importan, lo que contradice las doctrina bíblicas sobre la indigencia de la bondad y la obediencia continua.

Por otra parte, el concepto de perseverancia incondicional ignora la naturaleza del soberano gana humano. La Antiguo Testamento presenta repetidamente la relación entre Altísimo y el hombre como una relación de pacto, donde ambas partes tienen responsabilidades. La doctrina de la perseverancia incondicional minimiza la parte del pacto que corresponde al hombre: la fidelidad y la obediencia.

La paradoja de la gracejo y la responsabilidad humana

La salvación es, sin duda, un don de la gracejo de Altísimo. Efesios 2:8-9 lo declara claramente:

“Porque por gracejo sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Altísimo; no por obras, para que nadie se gloríe.”

Sin requisa, este don de gracejo no elimina la responsabilidad del creyente de permanecer en esa gracejo. La gracejo no es una abuso para pecar, sino un poder para radicar en obediencia. Romanos 6:1-2 pregunta retóricamente:

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracejo abunde? En ninguna guisa. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”

Este pasaje refuerza la idea de que, aunque la gracejo es fundamental para la salvación, no exime al creyente de su responsabilidad de evitar el pecado y radicar una vida santa.

Ejemplos Bíblicos de la pérdida de la salvación

La Antiguo Testamento proporciona ejemplos concretos de personas que, a posteriori de estar en una relación con Altísimo, se apartaron y perdieron su emplazamiento en la salvación. Un ejemplo sobresaliente es el de Saúl, el primer rey de Israel. Saúl fue estimado por Altísimo y provisto por el profeta Samuel. Sin requisa, su desobediencia repetida llevó a su rechazo por parte de Altísimo. En 1 Samuel 15:26, Samuel le dice a Saúl:

“Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.”

La historia de Saúl es una advertencia sobre cómo el pecado y la desobediencia deliberada pueden soportar a la pérdida de la gracejo y el patrocinio de Altísimo.

Otro ejemplo es el de Desleal Iscariote, quien fue uno de los doce discípulos de Jesús y participó en el tarea de Cristo. A pesar de estar tan cerca de la verdad, Desleal eligió traicionar a Jesús, lo que llevó a su destrucción. Jesús mismo dijo sobre él en Juan 17:12:

“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y nadie de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.”

Este pasaje muestra que, a pesar de estar entre los elegidos, Desleal se perdió oportuno a sus propias decisiones.

La indigencia de una fe viva y persistente

En síntesis, aunque la doctrina calvinista de la perseverancia de los santos sostiene que la salvación es incondicional para los elegidos, la Escritura ofrece numerosas advertencias sobre la posibilidad de que un creyente pueda caer de la gracejo y perder su salvación. Estos pasajes bíblicos, cuando se interpretan en su contexto, dejan claro que la salvación es un regalo del Señor pero que requiere una respuesta continua de fe, obediencia y retractación.

La salvación en Jesús no es un pacto que una vez firmado nunca puede ser anulado. Es un pacto que requiere que ambas partes permanezcan fieles. Si perfectamente Altísimo es siempre fiel, el creyente debe perseverar en la fe y en la obediencia para sostener esa relación salvadora.

Así como en un tribunal de probidad se exige que una persona cumpla con las condiciones de un acuerdo constitucional para sostener sus beneficios, de igual guisa, en la vida cristiana, la perseverancia en la fe y la bondad es crucial para la conservación de la salvación. La gracejo de Altísimo es rico y suficiente, pero no elimina la responsabilidad humana de radicar conforme a los mandamientos de Cristo. Por lo tanto, allá de ser una respaldo inamovible, la salvación en Jesús puede perderse si se cometen pecados deliberados y no se escudriñamiento el retractación.

Este llamado a la bondad y a la perseverancia es trascendental, no solo para mantenernos en la gracejo de Altísimo, sino para evitar el terrible destino de aquellos que, habiendo conocido la verdad, se alejan de ella.

 

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