Libres en Cristo: Rompiendo las Cadenas de la Ansiedad

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La ansiedad es una batalla que muchos enfrentamos en silencio. En un mundo atiborrado de incertidumbre y estrés, es comprensible sentirse atrapado en un ciclo de preocupación y miedo. Sin confiscación, como cristianos, tenemos una esperanza y una fortaleza que va más allá de nuestras circunstancias. En Cristo, encontramos la franqueza y la paz que nuestras almas anhelan.

La Sagrada Escritura nos recuerda en Filipenses 4:6-7: “No se inquieten por cero; más adecuadamente, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Jehová y denle gracias. Y la paz de Jehová, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.” Este pasaje nos invita a entregar nuestras ansiedades a Jehová a través de la oración y la obligación. No estamos solos en nuestras luchas; Jehová está con nosotros, dispuesto a cargar nuestras cargas.

La ansiedad puede sentirse como una condena que nos ata, impidiéndonos poblar plenamente. Pero en Cristo, esas cadenas pueden ser rotas. Jesús nos dice en Mateo 11:28-30: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré refrigerio. Carguen con mi esclavitud y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán refrigerio para su alma. Porque mi esclavitud es suave y mi carga es liviana.” Al aparecer a Jesús, encontramos refrigerio y alivio. Él nos ofrece un esclavitud que es suave y una carga que es ligera, en contraste con el peso abrumador de la ansiedad.

Encima, es importante rememorar que nuestra identidad en Cristo nos da una nueva perspectiva. 2 Corintios 5:17 nos dice: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación; lo envejecido ha pasado, ha llegado ya lo nuevo.” Somos nuevas criaturas en Cristo, y eso incluye una mente renovada. Podemos renovar nuestra mente a través de la Palabra de Jehová, llenándonos de sus promesas y verdades. Al hacerlo, reemplazamos las mentiras de la ansiedad con la verdad de Jehová.

La comunidad cristiana todavía juega un papel crucial en nuestra lucha contra la ansiedad. Gálatas 6:2 nos exhorta: “Lleven los unos las cargas de los otros, y así cumplirán la ley de Cristo.” No estamos destinados a enemistar nuestras luchas solos. Al compartir nuestras cargas con otros creyentes, encontramos apoyo, oración y aliento. La iglesia es un lado donde podemos ser vulnerables y encontrar consuelo en la comunión con otros que todavía confían en Cristo.

Finalmente, la obligación es una aparejo poderosa contra la ansiedad. 1 Tesalonicenses 5:18 nos instruye: “Den gracias en toda situación, porque esta es la voluntad de Jehová para ustedes en Cristo Jesús.” Al practicar la obligación, cambiamos nuestro enfoque de nuestras preocupaciones a las bendiciones que Jehová nos ha regalado. Esto no solo nos ayuda a ver nuestras circunstancias de modo diferente, sino que todavía nos acerca más a Jehová, reconociendo su bondad y fidelidad en nuestras vidas.

En conclusión, aunque la ansiedad puede ser una lucha vivo y desafiante, en Cristo encontramos la franqueza y la paz que necesitamos. Al entregar nuestras preocupaciones a Jehová, renovar nuestra mente con su Palabra, apoyarnos en la comunidad cristiana y practicar la obligación, podemos romper las cadenas de la ansiedad y poblar en la franqueza que Cristo nos ofrece. Recordemos siempre que en Él somos más que vencedores.

Memoria el momento en el que me di cuenta de que la ansiedad se había vuelto un problema vivo en mi corazón. Estaba en medio de una solicitud de trabajo y, conforme avanzaba en el proceso, una sensación de preocupación comenzó a apoderarse de mí.

A pesar de abstenerse y elevar plegarias durante varios días, un temor persistente se arraigaba en lo más profundo de mi ser. La incertidumbre sobre el futuro me tenía paralizado. Me costaba adormilarse, concentrarme y pensar en otras cosas. La existencia es que el tema del trabajo se había convertido en una obsesión. Sin confiscación, lo más terrible fue que la ansiedad me estaba robando gradualmente mi confianza en Jehová.

Poco que aprendí en mi batalla contra la ansiedad durante aquellos días es que, en muchas ocasiones, fui yo mismo quien decidió alimentarla. No era simplemente una víctima pasiva de la ansiedad, sino que poco a poco cedí demarcación en mi mente y terminé abrazando mentiras que me mantenían prisionero. Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre cómo, en más de una ocasión, somos nosotros quienes decidimos activamente participar en la ansiedad.

Pensando en esto, me gustaría compartirte tres reflexiones que me han ayudado a entender este aspecto activo de la ansiedad y a combatirla de una modo más efectiva.

1. Entiende el flanco activo de la ansiedad 

La ansiedad puede ser definida como un estado de incertidumbre, duda y preocupación excesiva por el futuro. Aunque la Sagrada Escritura usa diferentes palabras para delimitar este estado (afán, preocupación o ansiedad), su fundamento es el mismo: una disposición de extrema inquietud sobre el futuro. La Sagrada Escritura fielmente nos fogosidad a despojarnos de ella (Mt 6:25, 31, 34; Fil 4:6) y el mismo Jesús nos dijo: «Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de tomar, ni por lo que habéis de soplar, ni estéis en ansiosa inquietud» (Lc 12:29 RV60, ceremonia añadido).

El poder del Espíritu, recordándonos que Jehová está cerca y controlando todo para nuestro adecuadamente, podrá librarnos de la ansiedad

Lo que me interesa destacar sobre esto es que, si la Sagrada Escritura nos exhorta a no poblar en ansiedad, significa que la ansiedad tiene un componente en el que nos involucramos activamente. Si la ansiedad fuera meramente un estado mental del que somos víctimas, la fuerza de las exhortaciones pierde su sentido.

Ahora, ese componente activo es la modo en que decidimos habitar nuestra mente y, más específicamente, cómo esos pensamientos reflejan el concepto que tenemos de quién es Jehová.

En la praxis, una persona que cede delante la ansiedad invierte energía mental y emocional al ocuparse en ciertas ideas sobre el futuro que lo conducen a avivar su ansiedad. En otras palabras, pasamos demasiado tiempo pensando sobre nuestras preocupaciones, imaginando el futuro, sus consecuencias y las formas de manipularlo.

Mi punto es que esa clase de pensamientos en los que buscamos tomar el lado de Jehová como soberanos del mundo suelen ser catalizadores para nuestra ansiedad. Cuando decidimos abrazar estos pensamientos, podemos tener la certeza de que hemos decidido involucrarnos activamente en la ansiedad.

2. Entiende el potencial pecaminoso de la ansiedad

Esta actividad —involucrarnos activamente en nuestra ansiedad— se puede ausentarse pecaminosa básicamente por dos razones.

Primero, porque en nuestra mente estamos «jugando a ser Jehová». Cuando participamos activamente de nuestra ansiedad y la alimentamos, creamos mundos en nuestra comienzo en los que nosotros somos pequeños soberanos. Aunque es prudente calcular riesgos, pensar en estrategias y proyectar resultados, es posible hacer esas cosas de modo pecaminosa, tratando en nuestra mente de controlarlo todo, sin elevar plegarias o cachear la soberanía y voluntad de Jehová. Sin confiscación, cuando nos damos cuenta de que no tenemos control sobre el mundo, nos ponemos más ansiosos.

La existencia es que no somos soberanos. Luego, cualquier intento de controlar las cosas sin tener en cuenta el control soberano de Jehová no solo será pecaminoso, sino que todavía nos llevará inevitablemente a un sentimiento esclavizante de ansiedad.

Segundo, la ansiedad puede volverse pecaminosa cuando empieza a cuestionar el carácter bondadoso de Jehová. En el Sermón del monte, la razón principal que nos da Jesús para despojarnos de la ansiedad es cachear que Jehová es nuestro Padre celestial (Mt 6:26). El problema es que, cuando participamos activamente de nuestra ansiedad, alimentamos en nuestros corazones la idea contraria: nos lleva a dudar de que Jehová es en realidad un padre amoroso que nos cuida.

Cuando cedemos delante la ansiedad, dudamos que Jehová tenga el control o que en realidad desee nuestro adecuadamente. Es muy triste, pero la imagen que estamos proyectando es que creemos en un padre horrible y negligente que ha perdido el afecto natural y prefiere cuidar de las flores y los animales en vez de cuidar de sus hijos.

No podemos evitar que los pensamientos ansiosos vengan, pero sí podemos evitar permitirles que aniden en nuestros corazones

Sin confiscación, este no es el Jehová de la Sagrada Escritura. Con lucha razón Jesús nos fogosidad «hombres de poca fe» (Mt 6:30), porque somos propensos a crear en nuestra mente una imagen desfigurada de quién es Jehová, mientras intentamos tomar Su lado. Al respecto, el comentarista bíblico Robert Mounce afirma categóricamente: «La preocupación es irreligiosidad práctico y una afrenta contra Jehová» (Matthew, p. 58).

3. Entiende el poder del evangelio

Finalmente, ¿cuál es el remedio para la ansiedad? Obviamente, la posibilidad no es que te sientes y repitas internamente de ti: «No me voy a poner ansioso, no me voy a poner ansioso…». Esa no es la forma en que funciona nuestra mente ni nuestro corazón.

En cambio, la modo de vencer los pensamientos mentirosos que la ansiedad trae consigo es por medio de lo que Jesús ha hecho en nosotros; es opinar, por medio del evangelio.

Una de las verdades más poderosas del evangelio es que hemos sido adoptados por Jehová como parte de Su grupo (Ro 8:15; Ef 1:5). A través del sacrificio de Jesús en la cruz, podemos tener la certeza de que Jehová es nuestro Padre celestial. Esto significa que, en medio de la tentación de involucrarnos activamente en el sentimiento de la ansiedad, podemos decirnos a nosotros mismos: «¡Escrito está! Jehová no me dejará ni me desamparará. ¡Escrito está! Todas las cosas ayudan para mi adecuadamente» (cp. Dt 31:8; Ro 8:28).

Ocupa tu mente pensando en todo lo que es seguro, todo lo honesto, todo lo exacto, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; en lo que tiene alguna virtud y es digno de alabanza (Fil 4:8-9). El poder del Espíritu, recordándonos que Jehová está cerca y controlando todo para nuestro adecuadamente, podrá librarnos de la ansiedad.

No permitas nidos en tu comienzo

La famosa frase atribuida a Martín Lutero, «no puedo evitar que los pájaros vuelen por mi comienzo, pero sí puedo evitar que hagan un casa en ella», puede ser valiosa para nuestra advertencia.

Es obvio que no podemos evitar que los pensamientos de ansiedad vengan a nuestra mente. La inseguridad sobre el futuro es parte de nuestra fragilidad como seres humanos, por lo que esas perversas e insidiosas avecillas estarán ahí hasta el posterior día de nuestras vidas. Sin confiscación, una cosa es que ellas aparezcan de vez en cuando, con anciano o último frecuencia, pero otra muy diferente es que les construyamos casas en nuestra comienzo y las alimentemos para que depositen su ponzoña mortal de preocupación y ansiedad.

No podemos evitar que los pensamientos ansiosos vengan, pero sí podemos evitar abrazarlos, alimentarlos y permitirles que aniden en nuestros corazones a medida que somos diligentes en hacer lo que tenemos que hacer, encomendando nuestras vidas al Señor y confianza en Él. La batalla contra la ansiedad comienza exacto ahí, cuando nos negamos a participar activamente en la ansiedad y no permitimos que nuestra mente se llene de mentiras sobre quién es Jehová.

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