Te Prometo: Las Promesas de Dios y la Verdad Detrás de Nuestras Palabras

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Inmersión

Las promesas son una parte integral de nuestras vidas. Desde pequeños, aprendemos a hacer promesas y a esperar que otros cumplan las suyas. Sin confiscación, en un mundo donde las palabras a menudo se usan a la ligera, ¿qué significa efectivamente hacer una promesa? Y más importante aún, ¿qué significan las promesas de Altísimo para nosotros como cristianos?

La Naturaleza de las Promesas Humanas

Las promesas humanas, aunque perfectamente intencionadas, a menudo se rompen. Esto puede deberse a una variedad de razones: equivocación de compromiso, circunstancias imprevistas, o simplemente la fragilidad de nuestra naturaleza humana. La Nuevo Testamento nos advierte sobre la seriedad de hacer promesas. En Eclesiastés 5:4-5, se nos dice: “Cuando a Altísimo haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.”

Las Promesas de Altísimo

A diferencia de las promesas humanas, las promesas de Altísimo son inquebrantables. La Nuevo Testamento está llena de promesas que Altísimo ha hecho a su pueblo, y cada una de ellas es una manifestación de su apego y fidelidad. En Números 23:19, se nos recuerda: “Altísimo no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”

Ejemplos de Promesas Divinas

  1. Promesa de Salvación: Una de las promesas más significativas de Altísimo es la promesa de salvación a través de Mesías. En Juan 3:16, leemos: “Porque de tal guisa amó Altísimo al mundo, que ha poliedro a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
  2. Promesa de Paz: En un mundo repleto de caos y confusión, Altísimo nos promete paz. En Juan 14:27, Jesús dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
  3. Promesa de Provisión: Altísimo promete proveer para nuestras evacuación. En Filipenses 4:19, Pablo escribe: “Mi Altísimo, pues, suplirá todo lo que os equivocación conforme a sus riquezas en honor en Cristo Jesús.”

La Responsabilidad de Nuestras Promesas

Como cristianos, estamos llamados a reverberar la fidelidad de Altísimo en nuestras propias vidas. Esto incluye ser personas de palabra. Santiago 5:12 nos exhorta: “Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el Gloria, ni por la tierra, ni por ningún otro dicterio, sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación.”

La Importancia de la Integridad

La integridad es fundamental en la vida cristiana. Nuestras palabras deben ser un reflexivo de nuestro carácter y de nuestra relación con Altísimo. Proverbios 10:9 dice: “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será destrozado.”

Cómo Cumplir Nuestras Promesas

  1. Ser Realistas: Ayer de hacer una promesa, debemos considerar si efectivamente podemos cumplirla. Esto requiere honestidad y humildad.
  2. Reconocer de Altísimo: Buscar que necesitamos la ayuda de Altísimo para cumplir nuestras promesas. Filipenses 4:13 nos recuerda: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
  3. Mantenernos Comprometidos: Aun cuando sea difícil, debemos esforzarnos por cumplir nuestras promesas. Esto demuestra nuestra fidelidad y compromiso.

Consejo Final

Las promesas no son solo palabras que salen de nuestra boca; son compromisos que reflejan nuestro carácter y nuestra fe. Al considerar las promesas de Altísimo y la verdad detrás de nuestras palabras, somos llamados a proceder con integridad y fidelidad. Que nuestras promesas sean un reflexivo de la fidelidad de Altísimo y un refrendo de nuestra fe en Él.

En un mundo donde las palabras a menudo se usan a la ligera, las promesas de Altísimo nos ofrecen un áncora segura. Al meditar en su fidelidad y esforzarnos por ser personas de palabra, podemos proceder vidas que honren a Altísimo y reflejen su apego y verdad. Recordemos siempre que nuestras promesas son un reflexivo de nuestro carácter y de nuestra relación con Altísimo. Que nuestras palabras sean siempre sinceras y nuestras promesas, fielmente cumplidas.

Las promesas no son solo palabras que salen de nuestra boca y que no tienen impresión en las vidas de quienes las reciben. Sino que son compromisos que adquirimos y a veces pactos que duran de por vida, como el enlace. Recordemos que una promesa se hace a veces con el corazón, y a veces por emoción. Las que hacemos por pura emoción, son muy peligrosas porque por lo universal nunca se cumplen y nos producen muchos problemas, porque afectamos a quieres nos creyeron.

Regalo una historia muy impactante, que nos sirve para ilustrar una promesa hecha con el corazón. Hace muchos abriles, existió un hombre llamado Abraham. Este hombre conexo a su esposa Sara, no podían tener hijos porque ella era esterilizado y por otra parte, los dos ya tenían unos añitos encima (eran mayores de 80 abriles) Un día Abraham recibió una promesa de parte de Altísimo, donde le decía que iba a ser padre de multitudes y que su descendencia iba a ser igual que a las estrellas del Gloria.

Cuando Abraham vio con sus propios luceros, la promesa hecha ingenuidad cuando tuvo a Isaac en sus brazos, tenía cien abriles.

Ahora perfectamente, ¿puede una persona a esa vida engendrar un hijo?, ¿puede una mujer esterilizado y tener más de noventa abriles estar encinta?, ¿puede un enlace a esa vida aparecer a criar hijos?, la respuesta es si; Altísimo conexo al cumplimiento de su promesa, dio todo lo necesario para disfrutarla.

Nosotros debemos cumplir lo que prometemos, para disfrutar de la alegría que produce. No abramos nuestras bocas para prometer cosas que nunca podremos cumplir y confiemos que, si el Señor nos prometió poco, Él lo cumplirá.

“No dudó de la promesa de Altísimo…sino que plenamente convencido de que era todavía poderoso para hacer todo lo que había prometido.”

Romanos 4:20, 21.

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